Una historia fascinante: de patio de un palacio a un escaparate en París

Maria Reig 27 Enero, 2025

Se dice que la misma Eva Perón trató de adquirirlo, afortunadamente este patio, que fue desmontado y trasladado a París en el siglo XIX, ha vuelto a su lugar de origen: Zaragoza.

Patio de la Infanta, Zaragoza.
Patio de la Infanta, Zaragoza. Fuente: Fundación Ibercaja.

Con el nombre del Patio de la Infanta se conoce un patio renacentista de 1550 situado en Zaragoza construido como parte de un palacio y por el que fuera prestamista de Carlos I, como regalo de bodas para su mujer. Después de muchas vicisitudes, a día de hoy El Patio de la Infanta lo encontramos dentro de un moderno edificio de oficinas, escondido dentro de la sede central de Ibercaja.

Con una historia apasionante, este precioso patio renacentista aragonés del siglo XVI es una joya que ha sobrevivido a lo largo de los siglos de forma casi milagrosa. Debe su nombre a la Infanta María Teresa de Vallabriga, esposa de Luís de Borbón, hermano de Carlos III, que en 1785 se instaló en el palacio.

Patio de la Infanta, Zaragoza.
Patio de la Infanta, Zaragoza. Fuente: Fundación Ibercaja.

El origen de la historia del Patio de la Infanta

Su historia comenzó cuando el considerado primer banquero de la Corona de Aragón, Gabriel Zaporta, decidió construir un impresionante palacio renacentista en el corazón de la ciudad de Zaragoza para vivir allí con su segunda esposa Sabina de Santángel. Zaporta, judío converso, obtuvo su fortuna exportando productos como lana, azafrán, trigo o ganado a otros países de Europa.

La vivienda ocupaba unos 1.700 metros cuadrados y estaba organizada en torno a un patio interior central cuadrado a cielo abierto. El patio sigue la estructura típica de los palacios aragoneses de la época, con dos pisos y una galería superior sostenida por columnas de alabastro que están profusamente adornadas con relieves de figuras mitológicas, humanas y motivos alegóricos.

A partir del siglo XVII, el Palacio fue alquilado por el comerciante Martín de Goicoechea, amigo y mecenas de Francisco de Goya. En plena Ilustración, los bajos de la casa Zaporta acogieron la Escuela de Dibujo que la Real Sociedad Económica de Aragón fundó en 1784. Cuando en 1793 habitó la casa María Teresa de Vallabriga, se conviertió en un centro de intelectuales, artistas e ilustrados y pasó a ser conocida como la Casa de la Infanta.

Patio de la Infanta, Zaragoza.
Patio de la Infanta, Zaragoza. Fuente: Fundación Ibercaja.

El viaje de ida y vuelta del Patio de la Infanta

A la muerte de la Infanta, la casa pasó a dedicarse a numerosos menesteres que fueron deteriorando paulatinamente el lugar. En septiembre de 1848 el palacio sufrió un terrible incendio del que sólo se salvaron el patio y la escalera. Los herederos decidieron derribar y vender los muros, siendo el patio vendido al anticuario francés Ferdinand Schultz quien lo desmontó y lo trasladó a París para montarlo como escaparate de su tienda en la Rue Voltaire. Se dice que tanto Evita Perón como Hermann Goering intentaron comprarlo sin éxito. En 1958 los herederos de Schultz lo pusieron a la venta y, tras complicadas negociaciones, José Sinúes, el entonces director de la Caja de Ahorros de Zaragoza, lo adquierió para restaurarlo. En 1980 se decidió instalarlo en la nueva sede de Ibercaja, donde hoy podemos visitarlo.

El patio consta de cuatro lados y el antepecho que los bordea está decorado con dieciséis medallones con los bustos de personajes históricos como Carlos I, Fernando el Católico, Carlomagno o Trajano. Sobre las columnas, un friso de 28 medallones que se miran entre sí, representando catorce parejas de amantes famosos a lo largo de la historia. Y es que la Casa de Zaporta fue conocida en su época como El Palacio del Amor.

También se encuentran los retratos tallados en madera de Gabriel y Sabina, sus primeros habitantes que vigilan semiescondidos y sonrientes todo el lugar. Y es que las demostraciones de amor de la pareja quedan reflejadas en todo el patio, si bien, algunas deben ser explicadas en las visitas guiadas que se realizan diariamente. Así, en el patio se esconde la carta astral del momento en que celebraron su boda: las 18:50h del 3 de junio de 1549. El prestamista y su mujer se cuidaron mucho de ocultar sus creencias cabalísticas que podían ser consideraras en la época una herejía, siendo que eran judíos conversos y que debían demostrar su fe cristiana constantemente.

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