La isla de San Nicolás: llegarás solo si el mar te lo permite

Existe una isla, a camino entre Bilbao y San Sebastián, a la que únicamente se puede acceder cuando el mar así lo decide. Sucede igual que en la isla francesa de Saint-Michel o en Koh Tao, en Tailandia, y es que es la marea la que marca el paso hacia ellas.

El pueblo de Lekeitio, en Vizcaya, puede presumir de que la playa desaparece con cada crecida y de que el musgo devora la pasarela que enlaza la isla con el pueblo. Es ese precisamente el encanto que tiene, más allá de las aguas cristalinas tailandesas. Un paisaje lleno de autenticidad y de magia que enamora.

La isla de San Nicolás

Podría decirse que San Nicolás, también conocida como Garraitz, es una isla a tiempo parcial, pues el mar y la luna son los que dictan su devenir. Normalmente, hay dos pleamares y dos bajamares cada 24 horas, así pues, cuando el mar Cantábrico sube desaparece el camino de arena y, con él, todos los lazos con tierra firme. Se recomienda a todos los visitantes que sean conocedores de los horarios de las mareas, pues hacer la vuelta a nado no está del todo mal en verano, pero durante el resto del año ya es otro cantar.

La isla tiene 250 metros de largo y su cima alcanza los 48 metros sobre el nivel del mar. Una vez allí, hay que disfrutar del tan conocido movimiento slow, pues no hay carreteras, coches ni edificios. Únicamente algún animalillo, además de la vegetación y de una pequeña playa en la que poder bañarse y tomar el sol. Además, se puede hacer un pequeño sendero hasta un mirador desde el que contemplar, siempre que la marea lo permita, una puesta de sol realmente bonita.

Aunque actualmente está deshabitada, hay restos de otras épocas, como una ermita del siglo XVI, pues dicen que durante décadas los franciscanos se instalaron aquí, y también vestigios de otra etapa en la que los enfermos de lepra habitaban la isla como medida de aislamiento de la población. En la cima se erige una fortaleza amurallada desde la que las tropas francesas vigilaban la zona de costa durante la Guerra de la Independencia.

Qué hacer en Lekeitio

A la vuelta de la isla de San Nicolás, la aventura continua en Lekeitio. Su puerto es perfecto para dar un paseo a última hora de la tarde, disfrutando de la brisa fresca del mar Cantábrico y de un ambiente más que agradable. Hay muchos de bares y restaurantes con una gran variedad en su carta. Entre la oferta, destaca la ración de rabas, pintxo de todos los tipos, una ración de txipis o un buen bocadillo de tortilla de bacalao. Pero también se puede saborear un buen plato de pescado fresco, como rodaballo, merluza a la brasa, rape al horno, etc.

Tras el puerto, está el casco histórico de Lekeito, característico por estrechas calles adoquinadas, llenas de más restaurantes y tiendas. Su calle principal es Arranegi Kalea y, al final de esta, está la Plaza Arranegiko Zabala, conocida por ser el lugar en el que se vende el pescado desde siglos atrás.

Lekeito no es un pueblo muy grande, pues cuenta con unos 7.000 habitantes, pero, sin duda, vale la pena acudir a pasar unos días de tranquilidad, buena comida y magníficos paseos por bellos lugares.