El Colegio del Patriarca, un imprescindible en Valencia
Pocos lugares hay en Valencia con tanta historia, y tantas historia, como el Colegio del Patriarca. Anímate a visitarlo porque seguro que no te decepciona.
Situado en el mismísimo centro de la ciudad de Valencia, los turistas apasionados del arte no pueden dejar de visitar el Real Colegio-Seminario de Corpus Christi. Situado en la calle de la Nau y frente a la antigua Universidad Literaria, el edificio ocupa toda una manzana y se ordena alrededor de un claustro rectangular a través del cual se distribuyen las diferentes estancias colegiales. En el año 1962 fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional. En 2007 fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento.
Fue fundado en 1583 por San Juan de Ribera y su creación está estrechamente relacionada con las nuevas aportaciones que en la época sustentaban las tesis establecidas en el Concilio de Trento, ya que su objetivo era, y es, la formación de sacerdotes según las disposiciones establecidas en él.
Historia del Colegio del Patriarca
Su fundador fue San Juan de Ribera, obispo de Badajoz, patriarca de Antioquía, arzobispo de Valencia, virrey de Valencia y Capitán General de Valencia. Una vez nombrado arzobispo de Valencia, se dedicó a promover las nuevas disposiciones del Concilio y necesitó de sacerdotes que contribuyeran a extender las ideas de la Contrarreforma. Así nació la idea de este Colegio Seminario construido entre los años 1586 y 1604.
Su construcción fue dirigida por el Obispo auxiliar Miguel de Espinosa y se contrató a un famoso cantero de la época, Guillem del Rey, dejando a la vista su característico estilo renacentista. Así, el claustro con pórticos a doble altura y realizado con columnas de mármol de Carrara, su iglesia construida en forma de cruz latina, reservada habitualmente para grandes basílicas y catedrales, o su capilla decorada con unos frescos de Bartolomé Matarana, nos pueden dar una idea de qué podemos esperar si visitamos este edificio.
El patrimonio que constituye el Real Colegio Seminario es considerado una de las joyas más valiosas de la ciudad de Valencia. A lo nombrado con anterioridad, hay que añadir el conocido como el Museo del Patriarca. Ya desde su fundación, San Juan de Ribera se preocupó de dotar al Colegio de numerosas obras de arte a las que se fueron sumando posteriormente muchas otras. Así, en el año 1959, el Real Colegio Seminario decidió encargar al arquitecto valenciano Carlos Soria la habilitación de un espacio para poder ubicar y ofrecer a todos los ciudadanos el valioso patrimonio cultural acumulado a lo largo de sus siglos de historia. De esta forma nació este museo, en el que podemos disfrutar de la belleza de pinturas de Caravaggio, El Greco, Van Der Weyden, Benlliure, Ribalta o Pinazo entre otros, muestras de orfebrería y libros de gran valor.
Curiosidades del Colegio del Patriarca
Hay muchas curiosidades e historias sobre este emblemático edificio, como que en el Museo podemos encontrar el manuscrito original de la obra póstuma de Sir Thomas More, canciller británico y mártir de la iglesia, escrito durante su reclusión en la Torre de Londres antes de su ejecución que tuvo lugar el 6 de julio de 1535. Este valioso manuscrito, que puede considerarse un auténtico testamento espiritual, fue salvado por su hija Margaret, quien lo hizo llegar a España con la ayuda del Emperador Carlos V.
Otro aspecto realmente importante del Colegio es la capilla de los tapices o de la Purísima, en la que encontraremos cuatro tapices recientemente restaurados y expuestos al público desde 2016. Los tapices flamencos se atribuyen al taller de Pieter Van Aelst. Dicha capilla, cuyo nombre oficial es de Capilla de la Inmaculada Concepción, recibe este nombre porque en ella se encuentra una de las tres únicas obras marianas de Gregorio Fernández, conocido escultor español del Barroco.
Pero sin duda, la historia más conocida probablemente es la del cocodrilo disecado de considerables dimensiones. Conocido como “el dragón del Patriarca” ha servido durante siglos como escusa a las madres para que sus hijos guardaran silencio durante las visitas, a lo que amenazaban diciéndoles: “si no calláis, a su tripa iréis”. Lo cierto es que se trata de un regalo que el Virrey de Perú envió al Patriarca, San Juan de Ribera, quien le puso de nombre “Lepanto”, en recuerdo de la famosa batalla. En el año 1606, cuando falleció el caimán, fue disecado y colgado en la entrada del templo como símbolo de silencio.