Pequeñas plazas con encanto que no te puedes perder en Toledo
Toledo es una de las ciudades más bonitas que hay y, aunque cuenta con lugares muy conocidos, sigue manteniendo la magia y el encanto de otros más escondidos, y con mucho encanto, que merece la pena visitar.
Si quieres ver la ciudad de Toledo de una forma diferente o te gusta conocer lugares alternativos en tus escapadas, te recomendamos visitar estas plazas llenas de encanto, alejadas del bullicio de la ciudad.
Más allá de la plaza de Zocodover, la plaza Mayor o la del Salvador; muy conocidas y visitadas, existen estas opciones, mucho más tranquilas y cargadas de historia, como no podía ser de otra manera, en la ciudad de las tres culturas.
Plaza de San Vicente
La plaza de San Vicente está a tan solo 5 minutos de la de Zocodover y, en los últimos años, este lugar ha visto como todos sus edificios iban siendo restaurados, desde el Convento de las Gaitanas a la Iglesia de San Vicente, pasando por el Palacio Universitario Lorenzana y la Cámara de Comercio. La iglesia de San Vicente es una de las más antiguas de Toledo y su restauración se hizo de tal manera que albergara el Círculo de Arte, un espacio destinado a celebrar conciertos, presentaciones y exposiciones, entre otras actividades culturales.
Otro de los edificios de interés en la plaza es el Convento de las Gaitanas, o angustias, popularmente conocidas por sus dulces. También está el Palacio de Lorenzana, restaurado por las manos de Ignacio Haan, y cuyo fundador fue el cardenal Lorenzana. Por último, y como curiosidad, entre la iglesia de San Vicente y el Palacio de Lorenzana, está la calle “Esta calle es de Toledo”, un variopinto lugar del que seguro te llevarás algún recuerdo en forma de foto.
Plaza de Santo Domingo El Real
Para llegar hasta la plaza de Santo Domingo El Real hay que estar buscándola, pues se encuentra apartada del bullicio de la ciudad, en pleno barrio conventual, escondido en calles que parecen laberintos, cobertizos y entre del convento de Santa Clara y el de los carmelitas Descalzos. Sin embrago, su nombre se lo debe a otro convento, el de Santo Domingo El Real, un verdadero tesoro histórico a la vez que una joya arquitectónica.
La portada del edificio fue obra de Juan Bautista Monegro, en el año 1612, aunque el convento fue fundado por Inés García de Meneses, viuda del alguacil Sanz de Velasco, en el año 1364. Entre sus paredes están enterrados algunos infantes, hijos del rey Pedro I, como el Infante Sancho de Castilla. Otro ilustre personaje que lo habitó fue Santa Beatriz de Silva, dama de la reina Isabel de Portugal que decidió retirarse de la vida en la corte y que acabó creando la Orden de las Concepcionistas. Quienes han visitado esta plaza coinciden en que se trata de un lugar mágico, en el que parece que el tiempo no haya pasado, especialmente de noche.
Plaza de San Cipriano
Se trata de otra de las plazas menos conocidas de Toledo, aunque está muy muy próxima a la judería. El edificio más emblemático de la plaza, tal y como su nombre indica, en la iglesia de San Cipriano, de la cual ya se habla en documentos del siglo XII. La torre de la iglesia, de estilo mudéjar, data de este siglo, si bien el resto pertenece a una reconstrucción de cinco siglos después.
Anteriormente fue conocida como la iglesia de San Cebrián y, aunque no es del todo cierto, hay indicios que determinan su origen en una mezquita, como la disposición de alguno de sus elementos. Ha sufrido varias remodelaciones a lo largo de su historia, como la del año 1612, que le dio al templo un estilo renacentista; o la de 1662, en la que se construyó el camarín que hoy acoge la Virgen de la Esperanza. También en el siglo XVII se hicieron nuevos retoques centrados, especialmente, en su mantenimiento.