Muchos conocerán el Toro de Azaila, pero ¿de dónde viene?

Azaila es una pequeña población situada en el norte de Alcañiz, en la provincia de Teruel, en la comarca aragonesa del Bajo Martín. Dicha comarca recibe el nombre del río que la atraviesa en su curso bajo, y en sus orillas se encuentran la mayoría de las localidades que la forman. Dedicada fundamentalmente a la agricultura y la ganadería, algunos de sus lugares forman parte de la Ruta del tambor y el bombo.

Por Azaila discurre el río Aguas Vivas, afluente del Ebro en su margen derecha, que llega a la población serpenteando desde los montes. Se trata de un municipio de relieve llano que se sitúa a unos 275 metros sobre el nivel del mar y con menos de un centenar de vecinos censados.

Yacimiento íbero Cabezo de Alcalá

A un paso del Ebro, Azaila y toda la comarca ha sido, desde siempre, un lugar atractivo para vivir. Así, los primeros núcleos de población se sitúan en el poblado del Cabezo de Alcalá. Se trata de un yacimiento arqueológico con restos de pueblos prerromanos. Entre estos restos se encuentra un poblado íbero de gran importancia para conocer el fenómeno de la romanización en Hispania y que, además, afirma la existencia de tres ocupaciones sucesivas del poblado.

Se considera que el primer asentamiento fue de origen centroeuropeo y se sitúa sobre el siglo IX antes de Cristo, en la Edad del Bronce Final. El segundo correspondería al de los Sedetanos, pueblo íbero asentado en este valle y en el área que llega hasta Alcañiz. El tercer asentamiento pertenecería al periodo de la romanización de toda la península, extendiéndose desde el 218 a.C. hasta el 72 a.C. Su declive se debió a guerras civiles romanas entre el 72 y 76 a.C. al ser arrasada la población por el ejército pompeyano que era partidaria de Sertorio.

Existe también una necrópolis medieval cristiana, situada cerca de los restos de una pequeña fortaleza medieval, datada entre los siglos XIII – XVI. De su época musulmana no existe apenas constancia, si bien su topónimo es de origen árabe que significa “la plana”. En textos medievales se cita a la población como Zaylla. En el año 1196, tras la ocupación aragonesa, el rey Pedro II dio la villa a Gastón de Castellote, perteneciendo a esta familia hasta 1283. Documentos señalan que a finales del siglo XIV pertenecía a Gastón de Rueda y a principios de 1610 era propiedad de Pedro de Lanuza.

Qué ver en Azaila

Al llegar a la población, destaca entre sus casas y calles, una construcción muy especial. Se trata de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, datada en el siglo XVII y de estilo barroco, está realizada en mampostería y ladrillo. De nave única, la iluminación interior se logra gracias a lunetos rectangulares además de los óculos de la fachada principal. Presenta un campanario de cinco cuerpos, tres de los cuales son de planta cuadrada y los dos superiores de planta octogonal.

Lo que el visitante no puede perderse es el Centro de Interpretación de Azaila. Ubicado en un edificio de tres plantas de arquitectura tradicional recientemente restaurado, es un espacio dedicado a que se entienda como era la vida en la época de los íberos. Indispensable para los amantes de la historia, se muestran allí recreaciones de armas, herramientas, paneles informativos, maquetas… que permiten conocer cómo era la vida en la población íbera Cabezo de Alcalá. Desde aquí, salen las visitas guiadas al yacimiento que siempre son muy interesantes.

Una vez en el yacimiento, se observan numerosos restos de edificios representativos de la población íbera como el templo, las casas de nobles, vías de comunicación o las termas. En otras edificaciones se encontraron pinturas de estilo pompeyano y decoraciones murales. Destacan los restos de cerámica ibérica, romana y cerámicas de figuras rojas griegas. Una de las piezas más importantes localizadas es el llamado Toro de Azaila, una hermosa escultura de bronce, de unos 20 centímetros, datada hacia el siglo I a.C. y que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional. Sin lugar a dudas, los amantes de la historia tienen en Azaila un lugar imprescindible al que acudir.