Candelario: el secreto mejor guardado de Salamanca
Este invierno, o en cualquier momento del año, acércate al pueblo salmantino de Candelario, y disfruta de un viaje al corazón de la Sierra de Béjar.
Imagina un pueblo donde el tiempo parece haberse detenido, donde las casas cuentan historias y el sabor de la tradición se siente en cada rincón. Estamos hablando de Candelario, un tesoro escondido en la provincia de Salamanca que te invita a descubrir un mundo de encanto y autenticidad.
Anidado en la falda de la Sierra de Béjar, este pintoresco pueblo ha sabido conservar su esencia a lo largo de los siglos. Sus empinadas calles empedradas, adornadas con coloridas macetas y faroles, te transportarán a otra época. Pero lo que realmente distingue a Candelario son sus famosas batipuertas, unas singulares puertas de madera que protegen las viviendas de las inclemencias del tiempo y que han convertido al pueblo en un destino único.
Candelario y su pasado con sabor a embutido
La historia de Candelario está íntimamente ligada a la elaboración de embutidos. Desde tiempos inmemoriales, los habitantes de este pueblo han transmitido de generación en generación el arte de la chacinería. Las batipuertas, además de su función protectora, jugaban un papel fundamental en el proceso de curación de los productos cárnicos, permitiendo una ventilación adecuada de las viviendas.
La arquitectura de Candelario es un fiel reflejo de su pasado. Las casas, construidas en piedra y madera, se adaptan a la orografía del terreno, creando un conjunto urbano de gran belleza. Los amplios aleros de los tejados, las galerías y los soportales son elementos característicos de la arquitectura popular de la zona.
Para conocer en profundidad la tradición charcutera de Candelario, no puedes perderte el Museo de la Casa Chacinera. Este espacio, ambientado de forma realista, te permitirá sumergirte en el día a día de una familia dedicada a la elaboración de embutidos. A través de objetos, herramientas y fotografías, descubrirás los secretos de un oficio que ha marcado la vida de los habitantes de este pueblo.
Qué ver en Candelario
Candelario no sólo cautiva por sus batipuertas y su rica tradición charcutera, también por su patrimonio, sobre todo religioso. En el corazón del pueblo se alza la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un testimonio de la fe y la devoción de sus habitantes a lo largo de los siglos. Iniciada en 1329, esta majestuosa construcción ha sido testigo de numerosos acontecimientos históricos y ha sufrido diversas reformas a lo largo del tiempo, lo que ha dado lugar a una mezcla de estilos arquitectónicos que la hacen única. Su torre, de 28 metros de altura, es un referente en el paisaje, y alberga un reloj que marca el ritmo de la vida del pueblo.
Junto a la iglesia, el Ayuntamiento, un edificio del siglo XIX, completa el conjunto arquitectónico del centro histórico. Con su fachada sobria y elegante, este edificio es un ejemplo de la arquitectura civil del XIX, y alberga las oficinas municipales.
A las afueras de Candelario, a modo de bienvenida, se encuentra la Ermita del Humilladero, un lugar de recogimiento y oración. Construida entre los siglos XV y XVI, esta pequeña iglesia alberga una valiosa imagen del Santísimo Cristo y una talla de San Vicente, obra del escultor González Macías. Delante de la ermita, una cruz recuerda el lugar donde los peregrinos se postraban para pedir protección y perdón. Cada año, a principios de mayo, se celebra una emotiva romería en honor al Cristo del Refugio.
Naturaleza y gastronomía de Candelario
Candelario es mucho más que un museo viviente. Su entorno natural, con la Sierra de Béjar como protagonista, ofrece infinitas posibilidades para los amantes de la naturaleza. Senderos señalizados, ríos cristalinos y bosques frondosos invitan a disfrutar de actividades al aire libre como el senderismo, el ciclismo o la observación de aves.
Y si hablamos de gastronomía, Candelario es un auténtico paraíso para los paladares más exigentes. Además de los famosos embutidos, la cocina local ofrece platos tradicionales como las patatas meneás con tocino, el hornazo salmantino y el calamar de la huerta, una deliciosa alternativa para los vegetarianos.