El Valle de Aisa, en Huesca
Al noroeste de la provincia de Huesca se encuentra el precioso e imponente Valle de Aisa, un lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza en estado puro y de sus pintorescos pueblos.
La provincia de Huesca es prolífica es espectaculares parajes naturales y en pueblos con mucho encanto. En la Comarca de Jacetania, en los Pirineos Occidentales, hay un lugar que cumple ambos requisitos: el Valle de Aisa.
Bañado por el río Estarrún y rodeado por altas cumbres, como el Pico Aspe, de 2.640 metros de altura, acoge el preciosos pueblo que lleva el mismo nombre, Aisa, al que pertenecen poblaciones como Candanchú, Esposa o Sinués.
El pueblo de Aisa
Rodeada de hayedos, pinares y quejigales, y de unas impresionantes vistas panorámicas, Aisa es la típica población pirenaica. En sus calles predominan las casas de piedra con empinados tejados de pizarra y grandes chimeneas, cuyas fachadas lucen bonitos balcones de forja y madera.
Su casco antiguo se mantiene en muy buen estado, sobre todo porque en todas las rehabilitaciones realizadas han procurado mantener el tradicional estilo de la arquitectura popular de montaña.
Y no falta un interesante patrimonio monumental, que incluye el dolmen más antiguo que se ha encontrado en el Pirineo; la iglesia gótica de Sinués o los restos de la ermita donde fue instruido el rey Alfonso I el Batallador.
Qué hacer en el Valle de Aisa
Además de su belleza intrínseca, que invita a la contemplación y al relax, el Valle de Aisa es un destino habitual de montañeros, senderistas y aficionados a los deportes de nieve, los cuales visitan la estación de Candanchú. Entre las rutas de senderismo más populares se encuentra el GR15 Senda Prepirenaica, que atraviesa toda la comarca hasta llegar al límite occidental con Navarra. Por el camino disfrutaremos de maravillosos parajes naturales y de los espectaculares pueblos del Pirineo oscense.
Hay otra recomendable ruta que recorre de forma circular el Valle de Aisa. Durante el trayecto se pasa junto a las cascadas del barranco de Igüer, por las praderas de los Llanos de Napazal y por el manantial de Rigüelo, teniendo todo el tiempo como compañía los singulares Mallos de Lecherín.
Un buen plan en este maravilloso valle es sumergirse en las tradiciones y costumbres ancestrales que siguen formando parte de la historia local. Por ejemplo, el dance de Sinués, un baile que fue recuperado por los habitantes de esta población a finales de la década de los 90 del siglo pasado. Se parece al resto de dances del Pirineo central, y destaca por toda la parafernalia de pañuelos, trena, cintas y palos que conlleva.