Peñalba de Santiago, León
Peñalba de Santiago es un pueblo de montaña leonés, situado ante el Valle del Silencio y que surgió por el empeño de un anciano eremita. Lugar escogido para ser refugio de paz, recóndito, seguro para la vida contemplativa alejada de los deseos urbanos y los ruidos de su civilización.
Introducción
San Genadio es la figura cristiana fundamental para comprender los orígenes de esta población. Si bien es cierto que probablemente ya estaría habitado, o al menos la región, será la llegada de este hombre la que cambie todo. Fue obispo de Astorga a finales del siglo IX y también fundó o rehabilitó varios monasterios, entre ellos el de San Pedro de Montes, muy próximo a Peñalba de Santiago, del que fue abad y que mencionaremos más adelante. Pero sobre el año 920, siguiendo los pasos de ciertos santos que veneraba, decidió dimitir y buscar un lugar remoto en el que orar y vivir como ermitaño. Así alcanzó una solitaria cueva en los montes aquilanos, en donde se guardó hasta sus últimos días.
Según la leyenda, un día oraba en silencio en aquellos sitios, pero el río bajaba con mucha fuerza y eso le desconcentraba. Por ello el eremita golpeó con el cayado en el suelo pidiendo silencio. Y en ese momento el ruido de las aguas cesó. El nombre del Valle del Silencio, popularmente, vendría de este mito.
San Genadio fue un hombre venerado en vida y tras su muerte poco se tardó en comenzar peregrinaciones hasta su cueva, donde tomaban un poco de tierra de su suelo por considerarla curativa. El título de santo se lo otorgaron las gentes al poco de su muerte, aunque no estaba demasiado de acuerdo la Iglesia. Hubo también problemas con sus restos, pues fueron profanados por una pía noble que se llevó su cabeza como reliquia, hasta que mucho tiempo después el obispado de Astorga la recuperó. Pero antes de morir fundó este santo otro templo, en torno al cual crecería Peñalba de Santiago; que curiosamente se llamó en un inicio del revés, Santiago de Peñalba.
Como suele ocurrir en otros lugares sagrados cristianos de remoto origen, coinciden con lugares sagrados paganos. Fue una tendencia común en aquellos primeros siglos del cristianismo nominar como santos a personajes o entidades paganas, modificar leyendas autóctonas o elevar sus iglesias sobre templos previos.
En el cercano monte de La Aquiana, que se ve altivo desde Peñalba, se encuentra el Campo de las Danzas; que fue un lugar de culto pagano en el que se realizaban rituales de fertilidad.
Y en realidad es normal que fuesen estas tierras consideradas sagradas por paganos y cristianos, que el obispo de Astorga cansado ya de las responsabilidades de su cargo optase por guardarse allí. Toda la región respira una magia ancestral, como una bendición que Dios o los dioses antiguos decidieron otorgarle a estos lugares para que fuesen resguardo del espíritu.
Aproximándonos
Peñalba de Santiago se encuentra muy próxima a Ponferrada. Así que evitamos comentar la ruta hasta esta conocida localidad desde León y pasamos directamente a comentarla desde ella a nuestro destino.
Saliendo hacia el sur de Ponferrada ya tendremos señalizado el camino, Peñalba es una localidad bien conocida en la región. Nuestro viaje nos llevará sobre media hora. En cuanto ponemos a nuestras espaldas la ciudad, los lejanos montes se alzan como poderoso horizonte. Rodeados por paisajes verdes y pequeñas fincas recorremos los primeros kilómetros. Cruzaremos los pueblos de San Lorenzo del Bierzo y San Esteban de Valdueza, antes de comenzar el ascenso a los territorios de montaña.
Valdefrancos y San Clemente de Valdueza son ya aldeas en tierras de bosque y monte, las últimas que contemplaremos antes de que la carretera continúe solitaria hasta nuestro destino.
El desvío hacia el mencionado monasterio de San Pedro de Montes lo encontraremos poco después de San Clemente; pero hablaremos de este lugar en el siguiente apartado. Cabe señalar que toda la ruta se desarrolla por carretera de montaña y es preciso conducir con moderación.
Una vez alcanzado Peñalba, dejaremos el vehículo en el aparcamiento que hay en su entrada, estando el pueblo habilitado como zona únicamente peatonal. Algo que aumenta la tranquilidad en él.
Atractivos
El primer reclamo de Peñalba es la belleza de todo su conjunto arquitectónico, un pueblo rehabilitado por completo para recuperar sus tradicionales casas montañesas. Paredes de piedra, con negros tejados de pizarra y balcones en madera.
Desde 2008 se incluye en la lista de pueblos de Bien de Interés Cultural.
Todo ello en un entorno natural que transmite una paz inmensa, así como una cómoda sensación de humildad ante la fuerza de sus cumbres. Tanto bajo el sol, como lluvia insistente o con la nieve cubriendo la región. El paseo por sus callejas es un ejercicio placentero y que incita a ser paladeado con calma. La iglesia que el famoso santo fundó es una maravilla de estilo mozárabe, una joya conservada desde el siglo X.
En Peñalba también podremos disfrutar de la gastronomía local, que nos llenará de fuerzas para comenzar a explorar sus alrededores. Así podremos visitar la misma cueva en que San Genadio meditaba, junto al Arroyo del Silencio, aquel que él mando callar, y recorrer el Valle del Silencio y dejarnos llevar por su profunda magia natural. Las vistas que se pueden contemplar desde diversos puntos nos ofrecen paisajes infinitos, en los que se ansía perderse.
Volviendo sobre nuestros pasos podremos acercarnos a la pequeña localidad de Montes de Valdueza, en donde se encuentra el monasterio de San Pedro de Montes, del que San Genadio fue abad y artífice de su rehabilitación.
Fue fundado en el 635, pero parece que lo acompaña una maldición, pues ya en aquellos primeros tiempos fue desatendido. Será con el santo que vuelva a recuperarse. Pero nuevamente irá dejándose de lado por el mismo obispado de Astorga. Entre los siglos XI y XIII tendrá su pequeño auge, pero esto no durará mucho más. La desamortización de Mendizábal, ya en el 1836, lo dejó en estado de ruina; y no será hasta un siglo más tarde, en 1931, que pase a ser considerado Monumento Nacional.
En la actualidad, aunque rodeado de proyectos para su restauración, permanece en un estado de semi-ruina. Aún se mantiene buena parte de la estructura, pero ciertas zonas han caído y se muestran abiertas ante los efectos de la naturaleza. Con todo, o quizá incluso precisamente por esto, el monasterio transmite un influjo especial.
No extraña al fin entender por qué fueron estas tierras sagradas para las gentes antiguas, por qué aquellos cristianos ascéticos y eremitas buscaron guarecerse en ellas. La parsimoniosa belleza de toda la región se funde con quienes la recorren.
Despidiéndonos
Hay que señalar que si se pretende disfrutar de la auténtica sensación de paz absoluta, si lo que se busca es ese destino apartado y que calma el espíritu; es mejor visitar Peñalba en fechas en que no haya demasiados turistas. Porque hablamos de un lugar realmente bello y ha logrado ganarse buena fama, por lo que no seremos los únicos en querer recorrerlo.
La rehabilitación del pueblo se realizó con esmero y el entorno, distante a toda gran urbe, respira un aire único.
Si buscas un destino rural apartado, con una personalidad marcada y en el que perderse; este debe estar en tu lista.