Leitza, un bello pueblo navarro entre montañas
Rodeado por un espectacular entorno natural, el pueblo de Leitza es uno de los más bonitos de Navarra, además de ser un destino perfecto para los aficionados al mejor turismo rural.
En el verde y hermoso valle de Leitzaran, en Navarra, donde abundan los bosques, los ríos y los prados, se encuentra el encantador pueblo de Leitza, que dista unos 50 kilómetros de la ciudad de Pamplona y sólo 28 de la población de Irurtzun. Es una localidad de postal, de cuadro bucólico, donde disfrutaremos de una gran oferta de turismo rural y de naturaleza.
Es ésta una tierra de buena gastronomía; de abundantes restos megalíticos, como dólmenes, crómlech y menhires; de grandes pelotaris (jugadores de pelota vasca) y de levantadores de piedras, y también de preciosos escenarios cinematográficos, porque la belleza de esta población navarra ha quedado plasmada en películas como la premiada “Ocho apellidos vascos”, del director Emilio Martínez-Lázaro.
La belleza de esta población navarra no sólo reside en el propio pueblo, dotado de un precioso casco antiguo, también en los montes que lo rodean, poblados de bosques de robles, hayas y de los autóctonos abetos blancos de Izaieta. El verde es el color predominante, una tonalidad que te envuelve y te proporciona una gran tranquilidad. Es lo que tiene Leitza, que es el lugar perfecto para desconectar.
Qué ver en Leitza
Comenzamos la visita a Leitza en su casco antiguo, donde se encuentra la Iglesia de San Miguel, edificada a finales del siglo XVII. Llaman la atención su torre, su porche neoclásico y la piedra gris azulada con la que fue construida, al igual que otros muchos edificios del pueblo. Las viviendas tradicionales suelen contar con tejados a dos aguas, bonitos balcones de madera y grandes aleros, aunque también podremos ver casas con entramado de madera y algunos edificios señoriales, como la Casa Consistorial.
El centro neurálgico de la villa es la Plaza Euskal Herria, donde se halla el gran frontón donde han tenido lugar las grandes gestas de los pelotaris locales. Aquí también suele tener lugar el baile más típico de Leitza, el Ingurutxo.
De gran valor etnológico es el Lavadero de Aienea, una magnífica muestra de la arquitectura popular de la zona. Su construcción se remonta al año 1863, y era aquí donde, por entonces, las mujeres se reunían para lavar y para comentar todas las cosas relacionadas con el pueblo.
Qué hacer en Leitza
En Navarra se come muy bien, y en esta parte de la Comunidad Foral podremos comprobarlo. Aquí lo que más gusta, y que mejor saben hacer, son las txistorras y las carnes a la brasa. No dejes de probarlas. Y mientras recorres las calles decidiendo en que restaurante vas a entrar, podrás ver una extraña flor a la puerta de muchas de las casas. Se trata del Eguzkilore, un antiguo cardo navarro que, según la tradición, se pone en los umbrales para proteger las viviendas y a los que moran dentro.
Y del pueblo nos vamos al campo, a visitar parajes tan especiales como el de Leitzalarrea. Se trata de un bosque cuyos árboles tienen cientos de años, por lo que le han dado el apelativo de bosque gótico. Es en este mágico bosque, envuelto en leyendas de brujas y lamias, donde crecen los más grandes ejemplares de abetos de Izaieta.
Y para sumergirse de lleno en la vida local, nada mejor que hacer una visita al Peru Harri, el Museo de Iñaki Perurena. Aquí podremos conocer algunos de los deportes rurales de Euskal Herria, como el levantamiento de piedras, del que fue toda una estrella tanto Iñaqui Perurena como otros miembros de su familia. Encontraremos este peculiar museo a dos kilómetros del núcleo urbano de Leitza, saliendo por la carretera NA-1700 dirección Uitzi. No tiene pérdida, ya que el dedo índice de una gigantesca mano de piedra indica el cruce hacia este espacio.