Caravaca de la Cruz, Murcia.

Introducción

En las regiones occidentales de la comunidad murciana se encuentra una pequeña ciudad con una enorme importancia tanto religiosa como histórico-cultural.

Caravaca de la Cruz es una localidad que presenta la arquitectura medieval combinada con una antiquísima devoción rodeada de misterios. Sede templaria en el pasado, custodia de una de las más importantes reliquias desde aquel entonces y convertida en nuestros días en una de las ciudades santas del cristianismo.

Existe una leyenda sobre su nombre que cuenta que el rey moro de aquellas tierras hizo llevar a sus dominios a un sacerdote cristiano, porque sentía curiosidad por ver la ceremonia sagrada de estos.

El cura, ya ante el monarca, se disculpó y dijo que no podía celebrar la misa sin un crucifijo. Momento este en que dos ángeles del cielo descendieron con uno y se lo entregaron.

Viendo esto, el rey moro se convirtió al cristianismo y para celebrarlo sacrificó una vaca.

Al contarle lo sucedido a su esposa, esta reaccionó incrédula y contraria al cambio de credo, diciendo algo como “que cara te salió esa vaca”.

Otros dicen que es una deformación de “Caravantis”, nombre que adjudican a la villa en tiempos romanos y que le vendría heredada de un noble ilirio vencido por Roma, “Caravantius”.

Que cada cual escoja la que prefiera.

Pero sus orígenes nos obligan a ir mucho más atrás. Numerosos yacimientos se encuentran por toda la región que nos remontan a los tiempos más antiguos de la humanidad; entre los que destacan los primeros restos del uso del fuego en Europa, así como el mayor enterramiento prehistórico de la península, uno de los más importantes en suelo europeo.

Incluso en sus más antiguas capas geológicas, guardados millones de años, se ocultan los restos minerales del meteorito que extinguió a los dinosaurios. Conocida como la “capa negra”, es un depósito de material de tan solo 2 milímetros formado por la nube de polvo que provocó el impacto del meteoro. El Barranco de Gredero, muy próximo a la ciudad, es considerado uno de los lugares de mayor interés geológico a nivel mundial.

Un lugar destacado en tantos sentidos que es imposible no acceder a su reclamo.

Atraídos por el mismo rumor que llamó a los más antiguos humanos, a los ambiciosos romanos y a los belicosos nobles tanto moros como cristianos; nos acercamos a este enclave que se alza sólido ante la erosión que le pretende el paso de los siglos.

Aproximándonos

Caravaca se encuentra a poco más de una hora de la ciudad de Murcia tomando la autovía A-7. Ruta que primero nos deja divisar la localidad de Alcantarilla, vecina de la capital.

En nuestro camino podremos desviarnos para contemplar el Castillo de los Vélez o la Iglesia de San Miguel, en la ciudad de Mula.

Y más adelante, en la localidad de Bullas, otro desvío nos llama a un lugar que sin duda merece ser visitado; el Salto del Usero. Un paraje de inmensa belleza, considerado una de las joyas murcianas.

No muy lejos se encuentra nuestro destino, cruzando la Sierra Quipar y pasando por la villa de Cehegín; villa esta que posee un magnífico casco histórico.

Alcanzamos entonces la ciudad santa murciana y nos disponemos a disfrutar de sus calles.

Atractivos

Hay muchísimo por ver en Caravaca de la Cruz. Un gran número de importantes edificios históricos, tanto en el casco urbano como fuera de él, museos, yacimientos y entornos naturales.

Para empezar está claro que debemos hablar de la Basílica de la Vera Cruz, uno de los lugares santos más importantes del cristianismo. Ya que en ella se guarda una de sus reliquias más sagradas, el Lignum Crucis, también llamada la Vera Cruz; es decir, un pedazo de la cruz donde fue muerto Jesús.

La basílica data del siglo XVII, aunque su fachada es de obra posterior, del siglo XVIII. Fue construida sobre la antigua basílica que guardaba la Vera Cruz y hubo de ser restaurada tras el daño sufrido durante la Guerra Civil. Obras que terminaron en 2003.

Edificada en lo alto de la villa, sobre un pequeño cerro, se eleva como una fortaleza que protege la región.

En el edificio anexo se encuentra el museo del santuario, que guarda una buena colección de lienzos, orfebrería y otras obras.

Del siglo XVI es la Iglesia Parroquial de El Salvador, que posee un retablo mayor espectacular. Pero más antigua es la Iglesia de la Soledad, que está considerada la primera de la villa y que hoy día se ha reconvertido en museo arqueológico.

Hay otras iglesias y varios conventos en la ciudad que merecen la pena ser visitados. Todos ellos testigos de la historia y recordatorio de la sacralidad de la villa.

Muestras de arquitectura medieval se encuentran en sus casones blasonados, así como en la distribución de su casco viejo. En Caravaca encontrarás callejas estrechas que conectan entre sí formando un luminoso laberinto, poseedor de un encanto difícil de describir.

El ayuntamiento barroco de la villa o su llamativa plaza de toros, de paredes rojas de estilo neomudejar, son otros puntos llamativos.

La ciudad respira historia y esta la puedes contemplar en sus piedras, pero también recogida en sus museos. Siempre la mejor manera de conocer los tiempos pasados es contemplar sus tesoros y tratar con sus custodios. Pero también adentrarse en las tradiciones.

Desde el 31 de Abril hasta el 5 de Mayo se celebran las Fiestas de la Santísima y Vera Cruz, que atraen a miles de visitantes. Festividad que recoge los típicos moros y cristianos, junto a los ritos religiosos en torno a la reliquia cristiana.

Durante estas festividades se incluye la curiosa carrera de los Caballos del Vino, en la que diversas peñas compiten preparando a sus caballos y a los cuatro jóvenes que correrán agarrados a él.

En la región que domina Caravaca podemos encontrar varios yacimientos arqueológicos de gran interés histórico. Restos prehistóricos, de la edad de bronce, romanos y medievales. Así que si deseas explorar la comarca, descubrirás un gran numero de enclaves que no dejan de señalar estas tierras con un poderoso protagonismo a lo largo del tiempo.

Pero no vamos a extendernos citando cada uno de estos puntos.

Eso sí, nos vemos obligados a mencionar un lugar junto a la ciudad, conocido como Fuentes del Marqués. Un paraje verde y de aguas cristalinas, lleno de belleza y protector de una plácida tranquilidad.

Su nombre le viene de sus antiguos propietarios, los marqueses de San Mamés, así como por los manantiales que allí nacen.

Además de disfrutar del paisaje y pasear bajo los árboles, podrás acercarte a las Cuevas del Marqués; excavadas en tiempos árabes. O a la Torre de los Templarios, elevada en los siglos XVI o XVII, seguramente sobre una obra previa de carácter más defensivo.

Desde lo alto de la torre contemplamos a la villa y su basílica sagrada, escuchando el canto de los pájaros, que numerosos pueblan el hermoso paraje.

Partiendo

Dejamos así Caravaca de la Cruz, una ciudad que guarda con humildad un inmenso legado y renombre, que pocas ciudades sueñan siquiera tener.