Guía de Fornells

Al norte de la isla de Menorca se encuentra el pueblo de Fornells, un lugar muy especial donde todavía se respira su origen medieval, donde nos pueden contar mucha historias sobre sanguinarios piratas, y donde se mantienen muy vivas todas las tradiciones propias de un típico pueblo de pescadores.

Así es esta villa balear, perteneciente al municipio de Es Mercadal, pequeña pero llena de encanto mediterráneo y de historia. Lo tiene todo para unas perfectas vacaciones, algo que salta a la vista en cuanto divisamos su preciosa bahía, que se extiende a lo largo de más de tres kilómetros, o cuando descubrimos su coqueto puerto natural, por no hablar de que éste es el mejor lugar para degustar la deliciosa caldereta de langosta, uno de los platos estrella de la isla de Menorca.

Hay que sumar un buen patrimonio cultural, apasionantes leyendas de piratas y peculiares tradiciones pesqueras, refrescantes calas o la posibilidad de disfrutar de los deportes náuticos. Descubre todo lo que puede ofrecerte este destino menorquín en nuestra Guía de Fornells.

Playas de Fornells

Fornells posee una preciosa costa donde predominan los acantilados, lo que la hace muy abrupta. Eso se traduce en una escasez de grandes playas en su propio límite municipal. Pero la imagen de su bahía, rodeada de pinares y con el mar Mediterráneo de fondo, es realmente espectacular. Suele ser habitual que en ella fondeen embarcaciones de recreo, teniendo la suerte sus propietarios de poder lanzarse a las tranquilas aguas desde ellas. Y qué decir de los fondos marinos, de gran riqueza natural, que resultan ideales para disfrutar del submarinismo.

Encontraremos diminutas calas a lo largo de su costa, de muy difícil acceso, y en las tres pequeñas islas que hay frente a su bahía. En la misma localidad hay una calita urbana que está situada detrás del edificio de administración del puerto de Fornells. Es de piedras, pero tiene un acceso de cemento y una escalera que lleva directa a unas limpias aguas. Además, se encuentra protegida del tráfico marítimo por una serie de boyas. De acceso complicado, y mucho, es la Cala de Cabra Salada, cuyo nombre se debe a las cabras salvajes que suele haber en sus alrededores. La mejor forma de llegar a ella es por mar.

Muy cerca del núcleo central de este pueblo costero, a sólo cuatro kilómetros, se halla Cala Tirant, que posee 570 metros de largo y 20 metros de ancho. Rodeada por un cinturón de dunas, también cuenta con una zona de humedal situada en torno a la desembocadura de un arroyo. Es una playa abierta al mar, y que está flanqueada por dos urbanizaciones situadas sobre los acantilados de roca. No muy lejos se hallan también las calas de Cavallería y Pregonda, dos de las más bonitas de Menorca.

Qué ver en Fornells

• Iglesia de Sant Antoni Abad: se puede decir que este blanquísimo templo ha vivido intensamente una gran parte de la historia de Fornells. Construida en la calle de las Escuelas, se remonta al siglo XVII, época en la que acudían los aldeanos que se establecieron en torno al Castillo de San Antonio, dando lugar a un arrabal. En el siglo XVIII fue restaurada y ampliada, ya que el número de feligreses iba en aumento. Y así ha llegado hasta nuestros días, conservando una única nave con tres pequeñas capillas, y con una fachada encalada en la que se reflejan los rayos del sol. Se puede visitar de forma gratuita cuando está abierta.
• Puerto de Fornells: se trata de un hermoso puerto natural con cuatro kilómetros de longitud y dos kilómetros de amplitud, siendo uno de los más grandes de la isla de Menorca. Se encuentra protegido por un lado por la punta de Na Guillemassa, y por el otro por el cabo de Fornells. Su estrecha boca de acceso permite suavizar la fuerza del mar abierto, y tiene muy poco calado cerca de la costa, alrededor de 12 metros de profundidad. Toda la bahía de Fornells constituye un paraíso para la práctica de los deportes náuticos, entre otros el winsdurf, la vela o el submarinismo.
• Torre de Fornells: construida entre los años 1801 y 1802, tuvo un uso defensivo, siendo una de las muchas torres de este tipo que se construyeron bajo la ocupación inglesa. Es una de las más grandes de la isla, y se asemeja a un pequeño castillo. Esta torre protegía la entrada al puerto, evitando un posible desembarco enemigo para atacar el Castillo de Sant Antoni. Está formada por cuatro niveles: la cisterna que se usaba para acumular agua; el piso inferior, donde se hallaban el almacén de comida y el armamento; el primer piso, donde vivían las tropas, y la terraza, donde estaba situada la artillería y desde donde se vigilaba todo el contorno menorquín. Hoy en día en su interior hay una exposición relacionada con la historia de la torre, y se puede acceder a la parte superior para disfrutar de las vistas y sacar las mejores fotos. Se puede visitar desde Semana Santa hasta finales de octubre, todos los días, en horario de 09:30 a 16:00 horas. La entrada general cuesta 2,40 euros, siendo el precio de 1,45 euros para niños de entre 8 y 15 años. El acceso es gratuito para menores de ocho años.
• Castillo de San Antonio: conocido en la isla como de Sant Antoni, este castillo fue edificado en el siglo XVII, y muchas son las experiencias que ha vivido. Cuando lo restauraron, entre los años 2003 y 2008, sólo quedaban ruinas. Y es que tras terminar la ocupación inglesa, que comenzó en 1708, el rey español Carlos III ordenó su demolición. Lo que se puede ver actualmente es una reproducción, lo más fiel posible del original, de los restos que quedaban, como el patio central, el aljibe o los almacenes de provisiones. El aljibe, ubicado bajo el patio de armas, podía almacenar hasta 130 toneladas de agua. En la misma planta hay cuatro almacenes, antaño usado como polvorín y para provisiones, y utilizados hoy en día para la celebración de actos culturales. Podemos recorrer este castillo de forma gratuita, y conocer su historia gracias a los diversos paneles repartidos por el recinto.

• Ses Salines: se trata de una antigua explotación salina, y que actualmente constituye un gran refugio para las aves. En realidad se trataba de dos salinas, las de Tirant, al sur de Fornells, que no son visitables por hallarse en una finca privada, y las Salinas de La Concepción, en el extremo sur de la Bahía de Fornells, que sí se pueden visitar. Estas últimas están incluidas dentro del Área Natural de Especial Interés de La Mola y la Albufera de Fornells, una importante figura de protección que otorga el Gobierno de las Islas Baleares. Se puede acceder a ella por el Camino de Caballos, en menorquín Camí de Cavalls, una antigua ruta ecuestre que hoy en día se encuentra totalmente restaurada para vehículos.
• Ermita de Lourdes: poco antes de llegar a la Torre de Fornells podremos ver un sendero a la izquierda que lleva a una pequeña ermita que parece excavada en una roca. En realidad se trata de una oquedad que se utilizó para instalar un pequeño altar hecho con azulejos, sobre el que hay una imagen de la Virgen de Lourdes tallada en piedra. Hay una pequeña cancela que protege la ermita, que suele estar rodeada por flores.
• Torre de la isla de Ses Sargantanes: es una de las torres defensivas de la isla de Menorca construidas a principios del siglo XVIII. En este caso se encuentra en medio de un islote ubicado en frente de la Bahía de Fornells, y cuyo nombre es Ses Sargantanes. Se construyó al lado de un recinto donde se instaló una batería de artillería con tres cañoneras. La torre contaba con habitaciones donde vivía la pequeña guarnición que la custodiaba, y con un polvorín. Desde ella se vigilaba la bahía para protegerla de los piratas, y se comunicaba con la Torre de Fornells mediante señales de humo.
• El Monte Toro: a poco más de 10 kilómetros de Fornells se encuentra esta montaña, de 358 metros, la más alta de Menorca. En su cima, desde donde se disfruta de las mejores vistas de la isla, se halla el Santuario de la Virgen de Monte Toro, edificado en el siglo XVII sobre una iglesia gótica. En la cumbre también hay un estatua de Cristo, que recuerda, en un tamaño mucho más reducido, al Cristo Redentor de Brasil, además de una tienda de recuerdos y un de bar-restaurante con terraza.

La caldereta de langosta de Fornells

Uno de los platos con más fama de la isla de Menorca, y muy merecida, es la caldereta de langosta. El mejor lugar para degustarla es Fornells, y para ser más exactos, en algunos de los locales de restauración que hay en la zona del puerto. Allí, en el Paseo Marítimo del poeta Gumersind Riera, se encuentran restaurantes como S´Ancora, Sa Proa, Sa Rumbada o Es Pla, que han hecho de esta receta un auténtico arte culinario. Hay otros restaurantes en el municipio donde también bordan la caldereta de langosta, como Can Tanu, que está en la calle Major, 16.

Pero no te límites a probar este plato, porque en los restaurantes de este antiguo pueblo de pescadores siempre cuentan con una magnífica oferta de mariscos y pescados. También disponen de buena carnes y hortalizas, y no faltan excelentes locales de cocina internacional, como La Guapa, en la calle Major, 29, una pequeña trattoria y pizzería donde también preparan especialidades argentinas.

Y no dejes de darte un buen homenaje gastronómico a base de las especialidades menorquinas, como las berenjenas al horno o la carbassonada, que es calabacín al horno; el oliaigua, que en algunos pueblos de Menorca llaman Oliaigo, un sencillo guiso de verduras y hortalizas al que no le falta el aceite; el queso de Maó, o Mahón, o los embutidos menorquinos. Una bebida alcohólica muy típica es la pomada, que se prepara con una buena dosis de ginebra menorquina y con limonada. Y para endulzarnos, nada mejor que los rubioles, una especie de empanadillas que se rellenan con requesón, mermelada o chocolate, aunque también las hacen saladas, rellenas de espinacas, queso o un sofrito.

Las fiestas patronales de Fornells

La festividad más destacada de la villa menorquina de Fornells es la que gira en torno a su patrón, San Antonio, o Sant Antoni. Tienen lugar el cuarto fin de semana de julio, y no faltan los tradicionales jaleos en la Plaza de S'Algaret. Se trata de un evento muy popular donde los caballos y sus jinetes son los protagonistas, los cuales tienen que demostrar sus habilidades rodeados por una multitud de gente.

Todo comienza con la cabalgata o qualcada, en la que se puede ver a los caballos ya engalanados. Se les trenza sus crines, y son adornados con abalorios y banderas de colores. Encabezan la cabalgata el alcalde o "caixer batle"; un representante de la iglesia, el "caixer capellà", y otro de los payeses, el "caixer pagès". Van acompañados por otros personajes, como el "caixer fadrí", el "caixer casat" y el sobreposat, que porta la bandera de las fiestas.

Comienzan a desfilar a toque de tambor y "flabiol", momento en el que la gente guarda un respetuoso silencio, y se dirigen hacia la plaza, donde los caballos comienzan a saltar y danzar al ritmo de la música, dando lugar al llamado "jaleo".