La playa de Cala Blanca, en Menorca
Los visitantes que lleguen a Cala Blanca contarán con el típico ambiente de turismo de playa, con chiringuitos, bares, pubs y muchas tiendas.
Cala Blanca es una playa, no muy grande, que se encuentra a tan sólo cinco minutos en coche de Ciutadella, en la zona oeste de Menorca, en las Islas Baleares. Junto a la cala, de 45 metros de largo y 140 metros de ancho, está situada la urbanización que lleva el mismo nombre, proporcionando a esta zona una buena capacidad turística y excelentes infraestructuras.
Se trata de una playa de arena blanca y aguas tranquilas y transparentes, convirtiéndose en un destino ideal para los aficionados al buceo, aunque hay épocas del año en las que las algas suelen proliferar.
Aquí el buen ambiente y la animación están asegurados, tanto durante el día como por la noche, especialmente durante los meses de verano. Y desde Cala Blanca podremos desplazarnos a cualquier otro punto de la isla en muy poco tiempo, ya que Menorca sólo tiene 48 kilómetros de longitud.
Planes cerca de Cala Blanca
Cala Blanca es una zona orientada al turismo de playa, por lo que no cuenta con monumentos históricos, pero la proximidad de otras localidades de la isla favorece la visita a diversos lugares de interés. En Ciutadella, que es la población más cercana, podremos visitar su catedral, la muralla, la Iglesia de Santa Clara (siglo XIII) o la Iglesia-Claustro dels Socors (siglo XVIII).
Si nos dirigimos hacia el interior, la parte más montañosa de la isla, descubriremos los miradores de Cap de Caballería, Punta de Capdepera y Cap de Fomentor, desde donde se contemplan las mejores vistas de Menorca.
Esta isla balear posee una gran riqueza de restos arqueológicos, como la Torre Trencada, la Naveta des Tudons o la Necrópolis de Cala Morell, todos ellos en los alrededores de Ciutadella. Muy cerca de Cala Blanca también se hallan el castillo y la Torre de San Nicolau o los faros de Punta Nati y Sa Farola.
Homenaje gastronómico menorquín
Hay que aprovechar la estancia en Cala Blanca para sumergirse en la cocina tradicional de la isla, que conserva toques de la cocina medieval, de la islámica, de la catalana y de la francesa.
Sus recetas más populares se elaboran con buenos pescados y mariscos del Mediterráneo, y con carnes y otros productos de esta tierra. Son platos muy típicos el arroz con pulpo, bacalao o setas; la caldereta de pescado; las trenzas de cordero o el frito a la menorquina. Y si eres goloso, no dejes de probar los tortades, los greixeres o el cuscussó.
También debes probar, y comprar para llevarte a casa, el típico queso de Mahón en cualquiera de sus variedades (tierno, semiendurit, endurit o anyenc), además de la autóctona ginebra menorquina, cuyas destilerías se pueden visitar en el Puerto de Mahón.