Escapada a Miraflores de la Sierra, en Madrid

Belén Valdehita
Belén Valdehita 10 Junio, 2020

Situado en una la de las zonas más bonitas de la sierra madrileña, Miraflores de la Sierra es un destino para disfrutar de la naturaleza, para comer bien y para volver con las pilas recargadas.

Miraflores de la Sierra, en Madrid
mirafloresdelasierra.es

Una de las mejores escapadas que se pueden planear desde la ciudad de Madrid es la que nos lleva a la serrana villa de Miraflores de la Sierra. Situado a 49 kilómetros de la capital madrileña, no siempre tuvo este municipio este bonito nombre. De hecho, su nombre anterior era Porquerizas de la Sierra, hasta que, según cuentan, en el siglo XVII lo rebautizó la Reina Isabel de Borbón. La monarca se dirigía al Monasterio de El Paular, en Rascafría, y al pasar por este pueblo quedó fascinada con su bello entorno natural, exclamando: ¡Mira, flores!

Leyendas al margen, la belleza de Miraflores es innegable. Y no es de extrañar que fascine su entorno natural, ya que el pueblo se encuentra dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. ¡Casi nada!

Situado a una altura de 1.147 metros, el municipio fue creciendo en el siglo XX gracias a contar con segundas residencias de vecinos de Madrid, y son muchos en la actualidad los que han escogido esta villa como primera vivienda. Es por ello que el pueblo cuenta con todo tipo de servicios, además de ofrecer un buen patrimonio monumental, una cuidada oferta de restauración y alojamiento y unos estupendos accesos por carretera.

Gruta de Nuestra Señora de Begona, en Miraflores de la Sierra
mapio.net

Qué ver en Miraflores de la Sierra

Hay mucho que ver en Miraflores de la Sierra, tanto en el pueblo como en los alrededores. En el municipio llama la atención la réplica de un olmo hecha en bronce. Se encuentra en la Plaza del Álamo, y ocupa el mismo lugar que antes ocupaba un gran olmo que murió a finales de la década de 1980. El escritor y premio Nobel Vicente Aleixandre, que veraneó muchos años en este pueblo madrileño, le dedicó una poesía a este árbol que se encuentra reproducida a su lado.

De la Plaza del Álamo, y tras pasar por la Plaza de España, donde se encuentra el Ayuntamiento, llegamos a la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, original del siglo XV, aunque cuenta con varias modificaciones realizadas en siglos posteriores. Y no hay que perderse las fuentes de la villa, como la Fuente Nueva, que se remonta al año 1791. Un lugar muy especial, situado unos kilómetros antes de llegar al pueblo, en lo más alto de la Urbanización del Cerro de los Santos, es la Gruta de Nuestra Señora de Begoña. Es de propiedad privada, pero se puede visitar gratuitamente, y desde ella se contemplan unas vistas espectaculares de la naturaleza que rodea a Miraflores.

En los alrededores del municipio hay dos bonitas áreas de recreo, la de la Fuente del Cura y la del Humilladero de San Blas. Y desde el pueblo son muchos los parajes que se pueden visitar, pero os recomendamos, de manera especial, las preciosas carreteras secundarias que llevan a los puertos de Morcuera y de Canencia.

Romería de San Blas, en Miraflores de la Sierra, Madrid
turismomirafloresdelasierra.es

La Fiesta de San Blas

Son varios los eventos que se celebran en Miraflores de la Sierra a lo largo del año, como las Fiestas Patronales por la Virgen de la Asunción, que se tienen lugar la tercera semana de agosto, o la festividad de San Isidro, el 15 de mayo.

Pero si hay una fiesta que los mirafloreños, o macureños como prefieren ser llamados ellos, celebran de manera especial es la festividad de San Blas, que tiene lugar el 3 de febrero. Ese día se rememora la fecha en que las tropas de Napoleón fueron expulsadas de la villa. Y los lugareños lo hicieron al abrigo de la noche, con cencerros atados a la espalda y simulando una estampida de ganado.

Desde ese día, todos los años, el 3 de febrero se realiza la romería al Humilladero de San Blas, donde está la pequeña ermita que guarda la imagen del santo. Los protagonistas son los perreros que, ataviados como lo hicieron sus antepasados, recuerdan su valiente hazaña. Durante el trayecto es costumbre hacer parada para comer gachas y patatas con bacalao, y de regreso al pueblo continua la fiesta con conciertos y bailes en la Plaza de España.

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