Mondoñedo, una villa histórica en Lugo con un importante pasado
El literato más ilustre de Mondoñedo, Don Álvaro Cunqueiro, decía de su localidad que era rica en pan, aguas y latín. Descubre por qué en este artículo.
Mondoñedo es un municipio de la provincia de Lugo, perteneciente a la comarca de la Mariña Central. Fue una de las siete capitales históricas de Galicia hasta 1833, por lo que cuenta con un gran legado de patrimonio histórico y cultural, así como riqueza natural, gastronomía y artesanía de primer nivel.
Además, su relevancia también se debe a que fue sede episcopal desde el siglo XII, recibió el título de ciudad en 1156 por el rey Alfonso VII de León, y fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1985. Sin embargo, los orígenes de Mondoñedo se remontan al Paleolítico Superior, con evidencias en las cuevas locales, aunque el asiento actual se formó a partir de poblados castreños romanizados.
Qué ver en Mondoñedo
Entre el patrimonio religioso de Mondoñedo, la construcción más importante es la catedral basílica de la Asunción, declarada Monumento Nacional en 1902. Se empezó a construir en el año 1219 y fue consagrada en 1242 por el Obispo Martín. Destaca su fachada con su puerta románica original, así como el rosetón central y las dos torres barrocas a cada lado, con la figura de San Rosendo Obispo, patrón de Mondoñedo. De su interior, cabe mencionar su retablo mayor de estilo rococó, el coro, los órganos y el claustro.
Bien merece una visita el Seminario de Santa Catalina, con una biblioteca con más de 25.000 libros antiguos y una fachada neoclásica, así como el Palacio Episcopal, anexo a la catedral y que se supone fue construido a la vez. Sin embargo, y tristemente, prácticamente no queda nada de su obra original, debido a un incendio que sufrió en el año 1527, pero también a las reformas del siglo XVIII.
Una ruta por el barrio dos Muiños hará que el visitante se adentre de pleno en la artesanía de Mondoñedo. Está en los alrededores del casco urbano y fue aquí donde se concentraron antiguamente un gran número de artesanos que, con su oficio, abastecían tanto a la ciudad como a los pueblos más cercanos. Molinos, forjas, ceramistas… todos ellos se colocaron en este lugar, probablemente, porque gracias a los dos canales de agua que atravesaban el barrio, se conseguía la fuerza suficiente en los molinos para hacer harina, lograr luz, etc. En el pasado, tuvo hasta 12 molinos funcionando, de los cuales solo subsiste uno en la actualidad. Este molino, que sigue funcionando gracias a la fuerza del agua desde hace más de un siglo, mueve las ruedas de piedra que muelen el grano para después hacer pan o alimento para los animales. Actualmente, se pueden encontrar todavía algunos talleres en el barrio, como el del cantero, el molino, el titiritero, las alfareras y las serigrafistas.
La muralla medieval de Mondoñedo
La ciudad de Mondoñedo contaba, en el siglo XIV, con una importante muralla de origen medieval que rodeaba el núcleo urbano y que la protegía de las agresiones externas. Sin embargo, con el paso de los siglos fue perdiendo su funcionalidad y, en consecuencia, cayendo en el olvido, hasta que solo quedan, hoy en día, algunos vestigios en las construcciones más antiguas de la ciudad.
A pesar de que la muralla ya no existe en su forma original, sigue siendo considerada una importante construcción cuyo legado persiste en la disposición urbana de la localidad, así como en algunas actividades como el Mercado Medieval. Este mercado es uno de los más antiguos de la provincia, se celebra en la plaza de la catedral y las principales calles de la ciudad, y trata de evocar el ambiente de la época en que la muralla protegía el corazón de Mondoñedo.
Su construcción fue autorizada en el año 1320 y su perímetro era de unos 850 metros. Contaba con seis puertas que permitían el acceso al interior de la ciudad. Las puertas eran la Porta da Vila o Porta da Fonte, situada frente a la Fuente Vieja, la Porta de Batitales, en la confluencia de las calles Pacheco y Leiras Pulpeiro, Porta das Angustias, al final de la calle Alfonso VII, en la esquina del actual Ayuntamiento, Porta da Rúa de Pumar o Porta da Cruz, contigua a la Rúa da Pinte, al final de la calle Pascual Veiga, Porta do Perexe, al final de la calle Pardo de Cela, y una sexta puerta cuyo nombre no está del todo claro. Estas puertas cumplían funciones importantes como el control de acceso a la ciudad, la regulación del tráfico de mercancías y la defensa del núcleo urbano.
