Santa Inés: las Puertas del Cielo están en Ibiza

Fuente de la imagen: Ibiza 5 sentidos

Santa Inés es un pequeño y encantador pueblo de Ibiza, en las Islas Baleares. Allí se le conoce como Santa Agnès de Corona, y consiste, básicamente, en un conjunto de casas construidas en torno a una iglesia totalmente blanca, muy típica de la arquitectura ibicenca.

Este pequeño pueblo cuenta con un par de bares, la iglesia del siglo XVIII y una tienda de un artesano del cuero, además de varias viviendas dispersas por los alrededores. La sorpresa es que en la localidad también existe un estupendo hotel de cinco estrellas, además de un maravilloso paraje natural llamado las Puertas del Cielo.

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De Santa Inés al cielo

Los paisajes que rodean el pueblo son de gran belleza, como el recibe el nombre de las Puertas del Cielo. Y no es para menos, porque es un bello paisaje de acantilados ubicado a dos kilómetros, desde donde se contemplan unas espectaculares vistas y unas inmejorables puestas de sol. En los alrededores se halla también el área de Es Amunts, un paraje catalogado como zona natural protegida.

Debido a su pequeño tamaño, el único edificio monumental que hay en la población es su iglesia. Fue construida en el siglo XVIII, y en su interior alberga una talla de la Madre de Dios del Rosario, que data de la misma época que el templo, aunque se desconoce su autoría.

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Comer en Santa Inés

Sólo hay dos establecimientos de restauración en este pueblo ibicenco: el Bar Cosmi, que es una tienda-bar donde comercializan especialidades gastronómicas de la isla, y el Restaurante La Palmera, que ofrece cocina mediterránea.

Entre las propuestas ibicencas que podremos degustar se encuentran el bullit de peix, que es un rico pescado hervido; las ensaladas de crostes con pescado seco; los embutidos de la isla, como el botifarro (butifarra) y la sobreasada (sobrasada), y dulces como el flaó, la greixonera o las orelletes.

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La floración de los almendros en Santa Inés

La tranquilidad de Santa Inés parece inquebrantable, pero inusitadamente se rompe en los meses de enero y febrero, cuando los abundantes almendros de la zona se ponen en flor. Es un maravilloso espectáculo, tanto de día como en noches de luna llena que atrae a muchos visitantes. La floración suele durar cinco semanas, y hay años que, si el tiempo acompaña, puede adelantarse al mes de febrero.

El clima mediterráneo favorece la floración de los almendros, además de invitar a visitar las playas más cercanas. Son las que pertenecen al municipio de San Antonio, como Cala Salada, que se encuentra a cinco kilómetros, o Cala Gració, a sólo tres kilómetros.