El Valle de Otal, en Pirineos
El valle de Otal es un bonito rincón de los Pirineos en el que dejarse llevar por la naturaleza, al que se llega a través de un sencillo sendero desde el refugio y camping de San Nicolás de Bujaruelo.
El pirineo aragonés es una de esas maravillas que podemos encontrar en España. En la comarca de Sobrarbe, tributario del valle de Bujaruelo y paralelo al de Ordiso, está el valle de Otal. Se trata de un valle de alta montaña, de origen glaciar y en forma de U, que finaliza en el circo de Otal, lugar donde nace el río del mismo nombre.
El sendero más conocido para llegar hasta allí es el que parte desde el refugio y camping de San Nicolás de Bujaruelo, nada complicado y apto para todos los niveles. Lo mejor es hacerlo en los meses más templados del año, ya que se puede caminar entre un buen ganado de vacas, así como ver marmotas y demás fauna de alta montaña. Una experiencia inolvidable.
Cómo llegar a San Nicolás de Bujaruelo
Una vez pasada la localidad de Torla, a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, se llega al refugio y camping de San Nicolás de Bujaruelo. Eso sí, desde el Puente de los Navarros, hay que recorrer en coche una vía de unos 7 kilómetros de tierra.
Una vez en San Nicolás, sin duda, el elemento que más llama la atención es el puente románico que cruza el río Ara. Este puente es el punto de partida de muchos senderos: subida al Puerto de Bujaruelo, la travesía a Gavarnie, los ascensos a Tendeñera o Vignemale; o el valle de Otal.
El sendero hasta el valle de Otal es un paseo de 13,5 kilómetros de ida y vuelta con una duración aproximada de poco más de tres horas sin paradas, aunque lo bonito es parar y disfrutar de cada rincón. Su nivel es medio, pues es una ruta sencilla y apta para todos los públicos, desde los más pequeños de la familia, en la que se pasa por prados, pequeños bosques, flores silvestres y algún que otro animalillo.
El Valle de Otal desde San Nicolás de Bujaruelo
Desde el camping hay dos opciones para empezar el sendero, aunque acaban en el mismo punto: la fuente de la Femalla. Uno de ellos comienza sin llegar a cruzar el puente, por una pista muy bien señalizada, y el otro lo cruza y sigue por un rincón espectacular por el que disfrutar de las vistas antes de empezar el ascenso. Una vez en la fuente de la Femalla, comienza la subida de forma ligera en zig-zags aunque, en ocasiones, se puede acortar por la ladera con una pendiente algo más moderada. Vale la pena pararse de vez en cuando a ver la panorámica espectacular de los Pirineos en su paso fronterizo con Francia.
Tras unos 45 minutos caminando desde la fuente, se llega a la entrada del valle de Otal, al que se accede a través de una valla que hay que abrir y cerrar cada vez, que impide la salida de las vacas que pastan allí. Además de estos mamíferos, más que acostumbrados a ver pasar personas, también puede observarse alguna marmota de vez en cuando.
Al final del valle hay una cascada en la que pararse a descansar y sentarse a la orilla del río, para refrescarse en sus frías aguas y contemplar un paraje sin igual. La vuelta puede hacerse por el mismo lugar por el que se ha llegado hasta allí, aunque inevitablemente sea más corto, en minutos, debido al descenso en esta ocasión.