El Castillo de Loarre: un testimonio excepcional de la arquitectura medieval en España

Las innumerables contiendas que marcaron la historia de la Península Ibérica han dejado su legado en forma de imponentes fortalezas. Actualmente, España alberga más de 10.000 castillos, según la Asociación Española de Amigos de los Castillos, aunque no todos han logrado resistir el paso del tiempo.

Entre ellos, hay uno que destaca por su impecable estado de conservación: el Castillo de Loarre, en la provincia de Huesca. Te contamos todos los factores que han permitido que esta joya del románico de la localidad de Loarre haya llegado hasta nuestros días prácticamente intacta.

Castillo de Loarre: un bastión estratégico con siglos de historia

Esta fortaleza fue erigida en el siglo XI por orden del monarca Sancho III El Mayor de Navarra, quien la concibió como un enclave defensivo clave en la lucha contra los musulmanes. Ubicado a 1.070 metros de altitud, sobre la extensa llanura de Bolea y Ayerbe, dominaba la frontera con Al-Ándalus.

Durante el reinado de Sancho Ramírez de Aragón, la estructura original experimentó una gran ampliación. Durante esta fase, se añadieron elementos tan importantes como el monasterio de los canónigos de San Agustín, la Torre del Homenaje, la Iglesia de San Pedro y una cripta en la que se conservan reliquias de San Demetrio. Estas modificaciones reforzaron su carácter militar y dotaron al castillo de una función religiosa.

A lo largo de los siglos, Loarre fue pasando de unas manos a otras. En el siglo XII quedó en desuso y cayó bajo la tutela de varios linajes nobiliarios hasta que la Orden de San Juan se hizo cargo de él. Sin embargo, en el siglo XVI se inició su decadencia con la reubicación de la parroquia que albergaba, lo que llevó a sus habitantes a trasladarse a zonas más accesibles.

Las claves de la excelente conservación del Castillo de Loarre

Uno de los factores que ha permitido que el Castillo de Loarre se mantenga en tan buen estado es su ubicación. Al encontrarse en una elevación rocosa, no ha sido víctima de crecidas de ríos ni de la erosión propia de terrenos más expuestos a la humedad. Además, al no haber sufrido grandes asedios ni batallas directas, su estructura ha permanecido prácticamente intacta.

Otro elemento determinante ha sido el uso limitado que se le ha dado tras su abandono. A diferencia de otras fortalezas españolas que fueron demolidas o modificadas para dar paso a nuevas construcciones, Loarre ha conservado la mayoría de sus elementos originales. Aunque en el pasado algunos pobladores reutilizaron sus piedras para edificar viviendas en localidades cercanas, gran parte del recinto se ha mantenido en pie.

El paso del tiempo tampoco ha podido con la solidez de sus muros, construidos con piedra caliza de la zona, un material resistente que ha soportado siglos de inclemencias climáticas sin perder su forma ni estabilidad.

Restauraciones y reconocimiento patrimonial

Si bien la estructura ha resistido admirablemente al paso de los siglos, diversas intervenciones han contribuido a su mantenimiento. La primera restauración documentada tuvo lugar en 1913, cuando se emprendieron trabajos para frenar el deterioro de algunos sectores. Más adelante, entre 1996 y 2009, se llevaron a cabo varias obras de rehabilitación enfocadas en mejorar la seguridad y la accesibilidad para los visitantes.

Gracias a estos esfuerzos, el Castillo de Loarre ostenta hoy un merecido reconocimiento patrimonial. Su declaración como Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional ha garantizado la protección y preservación de esta joya arquitectónica, consolidando su prestigio a nivel europeo. Además, es considerado el castillo fortificado más antiguo de España y uno de los mejores ejemplos del románico militar del continente.

Curiosidades que no te puedes perder del Castillo de Loarre

Cada rincón de esta fortaleza encierra detalles que reflejan cómo era la vida medieval. Uno de los más llamativos se encuentra en la entrada, donde tres monos tallados en los capiteles de las columnas representan la famosa máxima de “ver, oír y callar”, sugiriendo que lo que sucedía dentro de estos muros debía permanecer en secreto. Otro aspecto peculiar son los escalones de la entrada principal. Algunos peldaños presentan una mayor anchura en los laterales, una característica pensada para facilitar la colocación de los guardias durante la llegada de la nobleza.

Así mismo, si se observan con atención los bloques de piedra que forman la fortaleza, se pueden distinguir marcas en forma de triángulo o círculo. Estas inscripciones eran la firma de los artesanos que trabajaban la piedra, un vestigio de las antiguas técnicas constructivas medievales.

Finalmente, una leyenda envuelve de misterio el castillo. Se dice que el espíritu de Violante de Luna, una abadesa que protagonizó un escándalo amoroso en la época medieval, vaga por los pasillos del castillo en busca de su amante desaparecido. Aunque nunca se ha confirmado la veracidad de esta historia, sigue alimentando la fascinación de quienes visitan este enclave histórico.

En definitiva, el Castillo de Loarre no sólo es un testimonio excepcional de la arquitectura medieval, también ofrece un sugerente viaje en el tiempo lleno de secretos e historia. Y todo rodeado por un entorno natural inigualable. Su estado de conservación, sus curiosidades y su legado histórico lo convierten en un destino imprescindible en Huesca para los amantes del patrimonio y la cultura.