Hita, en Guadalajara: el pueblo del "Libro de Buen Amor" es una visita obligada
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En la encantadora zona de la Alcarria, en Guadalajara, se encuentra un tesoro histórico que nos transporta directamente a la época medieval.
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Enclavado en la provincia de Guadalajara, Hita es un tesoro medieval que, a lo largo de los siglos, ha cautivado a viajeros y amantes de la historia. Su fama se debe, en gran parte, a una obra escrita hace más de setecientos años, considerada un pilar fundamental de la literatura en español. Este pequeño municipio conserva la esencia de la Edad Media, y también ha sabido convertir su pasado en un atractivo turístico de primer nivel.
A poco más de una hora de la ciudad de Madrid, Hita es una parada ideal en un itinerario por tierras alcarreñas. Junto a otras joyas como Brihuega, Atienza o Sigüenza, este pueblo invita a perderse en su casco histórico, donde cada rincón evoca tiempos de caballeros y clérigos. Su laberinto de calles empedradas y fachadas terrosas se recorre con facilidad, aunque quienes lleguen en julio descubrirán un ambiente festivo sin igual gracias a una celebración que transporta a sus visitantes al siglo XIV.
La evolución de un pueblo con historia
Desde tiempos romanos, Hita ha sido testigo de numerosos acontecimientos que marcaron su devenir. Primero como puesto de vigilancia, luego como fortaleza musulmana y, finalmente, tras la conquista cristiana en 1085, se consolidó como un enclave de gran relevancia económica y política en Castilla.
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En este contexto llegó Juan Ruiz, más conocido como el conocido como el Arcipreste de Hita, un clérigo cuyo nombre quedaría eternamente ligado a la localidad. Aunque los detalles sobre la creación de su obra maestra son inciertos, su legado perdura en la memoria del pueblo. La "Casa-Museo del Arcipreste" rinde homenaje a este escritor medieval, con una colección de ediciones, estudios y referencias que ayudan a comprender la profundidad de su literatura.
A lo largo de sus 1.700 estrofas, "El libro del buen amor" del Arcipreste de Hita combina elementos autobiográficos con personajes ficticios, relatos satíricos y referencias populares, dando como resultado una obra rica en matices. Su influencia se extiende más allá de las letras, siendo el corazón de una de las festividades más emblemáticas de Guadalajara.
Un festival que revive la Edad Media
Cada verano, el "Festival de Teatro Medieval de Hita" convierte al pueblo en un escenario vivo. Fundado en 1961, es el evento de artes escénicas medievales más antiguo del país, atrayendo a visitantes de todas partes. Su punto neurálgico es la explanada donde reposan los vestigios de la Iglesia de San Pedro, un espacio que cobra vida con representaciones teatrales inspiradas en los personajes creados por el arcipreste.
Cada verano, el "Festival de Teatro Medieval de Hita" convierte al pueblo en un escenario vivo.
Los asistentes pueden presenciar la recreación de escenas icónicas, como las peripecias de doña Endrina y don Melón o el enfrentamiento entre don Carnal y doña Cuaresma. El pueblo entero se involucra en la organización, dando lugar a un espectáculo vibrante y cargado de pasión.
No muy lejos, en el palenque, los torneos caballerescos ofrecen un despliegue de habilidad y destreza. Entre combates con espadas y justas a caballo, los guerreros muestran su pericia ante una audiencia de más de dos mil personas. A esto se suman las actuaciones de juglares y trovadores, exhibiciones de cetrería y danzas tradicionales, todo ello enmarcado en una ambientación que transporta a los asistentes a la Edad Media.
Tesoros arquitectónicos y huellas del pasado en Hita
Aunque la celebración medieval es el gran atractivo del verano, la esencia histórica de la villa de Hita se mantiene viva durante todo el año. Un claro ejemplo es la Puerta de Santa María, único vestigio de las cuatro entradas que protegían el municipio. Este símbolo de la arquitectura gótica militar fue restaurado en el siglo XX tras los estragos sufridos durante la Guerra Civil.
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Restos de la muralla medieval, de aproximadamente un kilómetro de longitud, aún perfilan el antiguo sistema defensivo que culminaba en un castillo. Aunque hoy sólo quedan ruinas, su presencia recuerda la importancia estratégica que tuvo la villa en la Edad Media.
La Plaza del Arcipreste, epicentro del pueblo, conserva ejemplos de arquitectura popular, con viviendas porticadas y construcciones de estilo mudéjar en ladrillo rojo. A pocos metros, la Iglesia de San Juan Bautista llama la atención por su artesonado de madera y su torre de corte herreriano. Este templo, restaurado en el siglo XX, alberga piezas rescatadas de la Iglesia de San Pedro, como sepulcros de hidalgos locales y antiguas pilas bautismales.
Entre cuevas y viñedos: la esencia oculta de Hita
Uno de los rincones más singulares de la localidad son los "bodegos", viviendas excavadas en la ladera del cerro que domina el pueblo. Estas casas-cueva, caracterizadas por sus muros encalados, ofrecían a sus habitantes una forma de vida adaptada al clima extremo de la provincia. Sus interiores combinaban estancias domésticas con espacios dedicados a la actividad agrícola.
Aunque diferentes a las bodegas tradicionales, estos refugios subterráneos reflejan la importancia de la viticultura en Hita. Durante siglos, la comunidad judía desarrolló una próspera producción vinícola, hasta su expulsión en 1492. Con el tiempo, la actividad decayó, extinguiéndose a mediados del siglo XX.
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Actualmente, unas cien bodegas siguen ocultas bajo el suelo del casco urbano. Algunos de estos espacios han sido recuperados con fines turísticos, como la Bodega de Don Carnal, donde se pueden ver tinajas centenarias y estructuras originales utilizadas para la fermentación y conservación del vino.
Hita es mucho más que un destino turístico, es un testimonio viviente de la historia y la cultura castellana. Sus calles, festivales y monumentos ofrecen una experiencia única para quienes buscan sumergirse en la esencia de la Edad Media. Ya sea siguiendo los pasos del arcipreste, disfrutando del vibrante festival medieval o explorando sus antiguas bodegas, este pequeño pueblo sigue dejando huella en todos los que lo visitan.