El Barranco de la Hoz de Corduente, en Guadalajara
Declarado Patrimonio Geológico Mundial, al Barranco de la Hoz de Corduente se llega por una ruta llena de sorpresas y cuajada de espectaculares miradores.
El transcurso del río Gallo, y de otros antiguos cursos fluviales, por la provincia de Guadalajara ha originado un precioso barranco de tonalidades rojizas cuyas formaciones rocas han pasado a formar parte del Patrimonio Geológico Mundial. Se trata del Barranco de la Hoz de Corduente, un espacio natural de alto valor ecológico, geológico y cultural, y una auténtica belleza.
El barranco se halla dentro del Parque Natural del Alto Tajo que, a su vez, forma parte del Geoparque Comarca de Molina de Aragón y el Alto Tajo. Las originales y curiosas formas rocosas que le han hecho tan popular comenzaron a formarse hace 250 millones de años.
Este hermoso paraje natural castellano-manchego se halla en el término municipal de Corduente, que dista casi 140 kilómetros de la ciudad de Guadalajara y sólo 10 kilómetros de la villa de Molina de Aragón. Recorriendo el Barranco de la Hoz de Corduente descubriremos, además de sus caprichosas formas rocosas, una ermita incrustada en una roca y unos preciosos miradores naturales, todo ello envuelto por un bello entorno natural.
El Santuario de la Virgen de la Hoz
Situada a pocos kilómetros de Corduente, la ermita-santuario de la Virgen de la Hoz marca el comienzo de la Ruta del Barranco de la Hoz. Se halla bajo una de las formaciones rocosas más emblemáticas del lugar, conocida como el Huso, que es un monolito puntiagudo y estrecho. Se encuentra también junto a las formaciones conocidas como la Rueca y la Cobertera.
Se trata de un antiguo y sencillo edificio, dotado de una nave de estilo románico dotada con arcos góticos. En su interior alberga varias capillas, como la de San Antonio o la de San Blas, y un retablo barroco. Pero lo que más llama la atención de este santuario es que se encuentra incrustado en la roca.
El origen de esta ermita se remonta a la época en que Molina de Aragón fue reconquistada por Alfonso I “El Batallador”, en el siglo XII. Y en torno a ella gira una leyenda, según la cual un pastorcillo del pueblo de Ventosa halló una imagen de la Virgen escondida entre la naturaleza. Para que los fieles pudiesen acudir a venerarla, la Orden de los Templarios erigió un pequeño templo. Entre los siglos XIV y XV estuvo abandonada, pero fue recuperada por el caballero Don Fernando de Burgos, que la reformó y le añadió una casa para ermitaños.
Ruta por el Barranco de la Hoz hasta los miradores
Junto al santuario veremos un aparcamiento donde dejar el vehículo, y desde allí se inicia el recorrido que conduce a pie hasta tres hermosos miradores. Se trata de una ruta que discurre por una senda algo empinada, la cual lleva el nombre del Camino del Vía Crucis. Tras pasar por detrás de la ermita, sólo 15 minutos nos separan del primer mirador, que está ubicado sobre la hoz del río Gallo.
Para llegar al segundo mirador, llamado La Cueva, y al tercer mirador, tendremos que seguir ascendiendo por la senda y estar muy atentos a las indicaciones. Durante el camino también podremos apreciar los efectos del paso del agua por el cañón, y su incidencia en sus paredes y en el entorno.
El tiempo que se emplea para realizar la ruta a los tres miradores, ida y vuelta, es de aproximadamente de una hora y media, aunque hay que incluir el tiempo empleado en algún descanso. Es un trayecto en pendiente, pero está preparado con escalones y barandillas para hacerlo más cómodo. Desde lo más alto podremos contemplar las mejores vistas del Barranco de la Hoz, además de tener la oportunidad de observar a las aves que habitan en esta zona, como las águilas reales o los buitres leonados.
