Campillejo, un impresionante conjunto de la arquitectura negra de Guadalajara
Los elementos naturales propios de la zona son los protagonistas de las construcciones de Campillejo, así como su entorno, perfecto para los amantes de la montaña.
Campillejo es una aldea situada a 59 kilómetros de Guadalajara, pedanía de Campillo de Ranas. Está inmersa en la llamada zona de la arquitectura negra de Guadalajara, siendo uno de los conjuntos más impresionantes de la arquitectura popular europea. Dado su gran valor etnográfico, paisajístico y arquitectónico, se encuentra en proceso de declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Ubicada a 1055 metros de altitud en el sector oriental de la Sierra de Ayllón y a los pies de la falda suroeste del Pico Ocejón, puede convertirse en el refugio ideal para escapar del ajetreo de la vida urbana, siendo el destino perfecto para conectar con la naturaleza y la serenidad. Visitar esta aldea nos ofrece la posibilidad de una experiencia única al observar sus viviendas construidas con pizarra, madera y barro.
Campillejo y la arquitectura negra
Las manifestaciones de la arquitectura negra forman parte del patrimonio cultural de Castilla-La Mancha, teniendo la protección que la ley otorga a los bienes de esta naturaleza. La arquitectura negra es un tipo de arquitectura popular que emplea como elemento de construcción la pizarra, mineral de tonos grises, violetas, azulados, pardos o negruzcos.
A nivel urbanístico, Campillejo forma un conjunto típicamente serrano con una disposición “inversa” de las calles. Éstas son el resultado de la colocación aleatoria y utilitarista de las viviendas que los habitantes iban construyendo según sus necesidades y que complementaban con construcciones anejas para otros usos como pajares, huertos, gallineros o tainas para el ganado. Este tipo de construcción da lugar a un conjunto bello y caótico a la vez de típicas casas de pizarra y calles completamente irregulares.
Las construcciones de Campillejo, al igual que las del resto del valle, forman un conjunto de edificios de pizarra negra y madera unidos con una argamasa de barro, arcilla y paja. Destaca el encalado en fachadas, tanto en puertas como en ventanas y llaman mucho la atención los detalles de líneas y cruces formados por piedras de cuarzo intercalados en la mampostería de pizarra de los muros. Esta singular arquitectura crea un entorno que invita a pasear de forma tranquila sin la irrupción de ningún tipo de vehículo. La pequeña iglesia parroquial de la aldea, restaurada de forma cuidadosa y construida también en pizarra, es uno de los edificios más singulares de la comarca.
El entorno natural de Campillejo
No solo las calles empedradas y las adorables casas de Campillejo son dignas de una visita. A tan solo 9 kilómetros de la localidad se encuentra la impresionante cascada del Aljibe, destino imprescindible para los amantes del senderismo. Se trata de una de las cascadas más impresionantes del país. Está compuesta por dos caídas sucesivas que suman 12 metros de altura: la primera entre tres y cuatro metros y la segunda entre siete y ocho. La mejor época para visitarla suele ser la primavera, el mes de abril, aunque esto dependerá de cómo se haya desarrollado la situación meteorológica previa.
Por su situación, Campillejo es un lugar ideal para la práctica del senderismo, el montañismo o la bicicleta de montaña. Encontramos en la región cuatro picos de más de 2000 metros de altura, paraíso para los montañistas. Las rutas de ciclismo de montaña ofrecen la oportunidad de descubrir la belleza natural de la zona. Además, a tan sólo quince minutos encontramos el Pantano de El Vado, un extraordinario embalse de montaña rodeado de espesos bosques de coníferas que nos ofrece la posibilidad de alquilar una piragua o kayak.
Y muy cerca del embalse podemos realizar numerosas visitas de interés. Uno de los pueblos abandonados más fotografiados de España se encuentra en las cercanías: La Vereda. La Hoz del Jarama, espléndida, que forma un espectacular ecosistema que reúne una gran variedad de especies tanto de flora como de fauna: buitres leonados, alimoches o el arce de Montpelier que en otoño presenta espectaculares colores. El Monasterio de Bonaval, fundado en la segunda mitad del siglo XII o el sabinar de Tamajón bien merecen ser visitados y tratados en profundidad en otra ocasión.
