Una joya arquitectónica en el barrio del Realejo de Granada que pocos conocen

Realizar una primera visita a Granada impulsa, sin lugar a dudas, a volver a visitarla. Son tantos sus atractivos monumentales, históricos o gastronómicos que nunca deja de sorprendernos. En cada rincón se descubren historias nuevas, gente más encantadora si cabe o joyas arquitectónicas que no se habían visto antes.

Éste es el caso de la Iglesia de Santo Domingo del Realejo, que suele ser menos conocida y menos visitada, para celebración de los vecinos del barrio donde se encuentra, que otros monumentos religiosos como la Catedral, la Basílica de San Juan de Dios o el monasterio de la Cartuja. Se trata de un edificio maravilloso que hay que conocer.

Historia de la iglesia de Santo Domingo

Situada en el casco histórico, en el barrio del Realejo, la Iglesia de Santo Domingo preside la plaza del mismo nombre en cuyo centro se alza un monumento a Fray Luis de Granada, que vivió en el Monasterio de Santa Cruz la Real, monasterio anexo a la iglesia. Fue fundada en el siglo XVI por los Reyes Católicos y está considerada una de las más atractivas de Granada.

Su construcción se inició en 1512, en pleno auge del estilo gótico, y ahí lo demuestran las gárgolas que se pueden observar en su exterior, sus arcos y sus bodegas. Forma parte del Monasterio de Santa Cruz la Real, lugar donde el Tribunal de la Santa Inquisición celebraba sus sesiones y que fue sepultura de familias nobles granadinas durante siglos.

Una vez terminado el cuerpo de la iglesia se interrumpió su construcción, reanudándose en 1532 con el estilo renacentista ya en boga. No existen documentos que expliquen quién fue el arquitecto ni el director de obras, lo cierto es que hasta finales del siglo XVIII no acabó de construirse, por lo que encontramos, además, elementos barrocos.

Qué ver en la iglesia de Santo Domingo

Antes de entrar en el templo, se puede contemplar una magnífica fachada. Se trata de un pórtico de piedra con tres arcos de medio punto sobre columnas dóricas que recuerdan a las logias del renacimiento. Sobre las columnas, las iniciales de Isabel y Fernando. En el centro de la fachada aparece la Virgen del Rosario, en un lado, el escudo de los Reyes Católicos, al otro, el del emperador Carlos V y el conocido lema de “Tanto monta” en el centro. Toda la fachada está decorada con pinturas que presentan elementos de arquitectura figurada, lo que conocemos como trampantojo.

Ya en el interior, el templo presenta una planta de cruz latina, consta de una sola nave muy amplia y cinco capillas a cada lado. Sus bóvedas y arcos están construidos según el estilo gótico, pero columnas, ventanas, cornisas y el portón son románicos. Todas las cubiertas están constituidas a base de bóvedas de crucería, presentando rosetones en el cruce de sus nervios. En su amplio presbiterio destaca un tabernáculo de mármol fechado en 1699.

En su crucero izquierdo se encuentra el camarín de la Virgen del Rosario Coronada, copatrona de la ciudad. Numerosos ángeles y querubines, con otros elementos, constituyen un maravilloso retablo barroco, una de las grandes joyas del barroco andaluz, realizado por Blas Antonio Moreno en el siglo XVIII. En el resto de capillas de la iglesia se rinde culto a imágenes de gran devoción y culto que están muy presentes en la Semana Santa granadina. De hecho, hasta cuatro corporaciones tienen su sede canónica en el interior del templo: Cofradía de la Santa Cena Sacramental, Cofradía del Señor de la Humildad, Hermandad del Santísimo Cristo de las Tres Caídas y la Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario Coronada. Sin lugar a dudas, una visita a Granada debe incluir este conjunto arquitectónico, uno de los edificios religiosos más singulares de la ciudad.