Jérica, histórica localidad en Castellón
Jérica se presenta como un interesante destino de interior en el que han quedado marcadas las huellas del paso de todos sus habitantes a lo largo de los siglos.
Castellón es una provincia conocida por su Costa del Azahar, sus magníficas playas y su espectacular gastronomía, pero es también una de las provincias más montañosas de España. El pueblo de Jérica es un lugar lleno de sorpresas, pues uno de los destinos con más historia y tradición de la Comunidad Valenciana.
Jérica está situado en la comarca del Alto Palancia, entre Navajas y Barracas, en un promontorio de alrededor de 520 metros de altitud. Este nombre hace referencia a su gran relevancia en la época musulmana, de hecho, muchos escritos de la época relacionan su nombre en árabe como “castillo de los jerifes”, entendiendo por jerife aquel descendiente directo de Mahoma, en especial los de su hija Fátima.
Historia de Jérica
El conjunto histórico de Jérica está declarado Bien de Interés Cultural. Si bien las primeras referencias al núcleo actual de la población se producen durante la dominación musulmana, se constata presencia humana desde la época del Neolítico, por restos encontrados en la cueva de los Herreros. También se han localizado varios asentamientos ibéricos dentro del recinto del castillo. Los restos del periodo romano denotan la importancia del enclave en esta época con numerosas lápidas recuperadas. Las muestras de todas estas épocas hasta la actualidad podemos encontrarlas en su Museo Municipal, situado en el edificio de la Casa Bru, junto a la Iglesia de Santa Águeda.
En 1098 fue conquistada por el Cid y reconquistada, en 1236, por Jaime I. Se creó el Señorío de Jérica, que desapareció por falta de herederos, hasta que en 1372 se estableció el Condado de Jérica por parte del Infante Don Martín, hijo de Pedro el Ceremonioso. No fue hasta 1479 cuando las negociaciones entre jericanos y el rey Fernando el Católico dieron lugar a la incorporación de la villa a la Corona Real.
Durante la Edad Moderna, el Señorío de Jérica pasó por numerosas manos de importantes personajes y entidades. Cabe destacar al Duque de Calabria, a los monjes del Monasterio de San Miguel de los Reyes, al duque de Berwick o a Jacobo Fitz-James Stuart, quien casó con la duquesa de Alba, pasando entonces el título de Duque de Liria y Jérica a las manos de la Casa de Alba, que lo posee hasta la actualidad. A lo largo del siglo XIX, durante las guerras carlistas, los carlistas se hicieron fuertes en su castillo, que más tarde sería demolido por las tropas liberales. Durante la Guerra Civil Española, la localidad sufrió un nivel de destrucción tal que se solicitó su inclusión en la lista de Regiones Devastadas para que el Estado se pudiera encargar de la reconstrucción de sus numerosos monumentos.
Un recorrido por el casco histórico de Jérica
Es indudable que su gran recorrido histórico deja en la población numerosos lugares para visitar. Dentro del recorrido urbano está la Torre Mudéjar de las Campanas, la Torre del Homenaje y el recinto del castillo, la Iglesia de Santa Águeda, la Plaza del Ayuntamiento, los portales de la muralla y las numerosas Fuentes que se encuentran por las calles de la población.
De todos ellos, probablemente el monumento más simbólico de la villa es la Torre Mudéjar o Torre de las Campanas, declarado Monumento Histórico- Artístico Nacional en 1979. Consta de tres cuerpos octogonales de distinto perímetro cada uno. El primero de ellos es octogonal puro, sin ornamentaciones de ningún tipo. Aunque se desconoce su origen, se cree que fue construido por los árabes en el siglo XII sobre otra fortificación de la época romana. Esta primera construcción se conoce como Torre de la Alcudia, la cual posee en su interior cuatro alturas con cuatro estancias, la última de las cuales fue, en tiempos medievales, la Capilla de San Luís. El segundo cuerpo contiene las campanas, ubicadas en unas aberturas en arcos de medio punto. También de forma octogonal, su cuerpo está dividido en dos, la parte inferior presenta una decoración con dibujos geométricos en rombos. La linterna superior, menos decorada que la central, tiene como remate un cupulín cubierto de teja árabe vidriada. Hay que destacar la decoración mudéjar de este cuerpo, con ladrillo visto. El cuerpo superior es una gran linterna de arcos de medio punto rematada con una cúpula semiesférica recubierta con teja vidriada verde fechada su realización en el siglo XVII.
Siguiendo el recorrido es aconsejable visitar los restos de los diferentes recintos de sus murallas y del antiguo castillo de origen árabe con reformas posteriores hasta su destrucción en el siglo XIX. También la Ermita de San Roque, cuya importancia radica en el hecho de que se puede contemplar en ella el paso del arte árabe al gótico, ya que se edifica sobre la antigua mezquita durante los siglos XIII y XIV, y cuyo cuerpo principal está construido en el estilo denominado “Gótico de Reconquista”. Por su parte, la contratación de la obra de la Iglesia de Santa Águeda de estilo gótico se remonta a 1395, aunque entrado el siglo XVII sufre una remodelación en estilo barroco destacando su portada, a la que los expertos consideran un monumental ejemplo de puerta tipo retablo. Su Capilla de la Comunión se construye en el siglo XVIII, siguiendo el modelo de arquitectura neoclásica. Durante la Guerra Civil la iglesia sufrió numerosos daños y fueron necesarios grandes trabajos de reconstrucción.