La Ermita de Santa Justa, un lugar secreto de Cantabria

Johanna Saldón 01 Enero, 1970

La Ermita de Santa Justa es uno de los rincones más bellos de la costa Cántabra y aún poco conocido por los turistas.

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La Ermita de Santa Justa es uno de los rincones más curiosos de la bella Cantabria, situada a un paso de Santillana del Mar, es una ermita que lleva siglos aguantando las embestidas del mar. Un lugar que parece construido para el rodaje de una película: dentro de una roca en un acantilado golpeado por las olas del Cantábrico.

La historia de la ermita de Santa Justa comienza en el siglo III, en Sevilla, con Justa y Rufina. Fue en esta ciudad donde vivieron las dos hermanas que terminarían siendo patronas de la capital andaluza.

La primera en convertirse en mártir fue Justa, a quien Rufina siguió días después. Según quedó recogido, ese martirio se dio entre los días 17 y 19 de julio. Por ello, muchos siglos más tarde y muchos kilómetros más al norte, se celebra cada día 19 de julio una romería en la que el pueblo de Ubiarco traslada la imagen de la Virgen a quien está consagrada la capilla.

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Las claves del templo

Lo primero que hay que saber de esta ermita es que se encuentra literalmente encajada en los acantilados. Solo cuenta, de hecho, con dos paredes, pues se aprovecharon las formas de la roca a la hora de construir el conjunto. Este carácter semirrupestre tiene parte de culpa de lo espectacular que es la postal completa, en la que la ermita puede llegar a apreciarse por los tonos claros de lo construido, pero que parece en todo momento existir a partir de la piedra, cobijada siempre en esta.

El templo actual data del siglo XVI, pero antes ya existió una ermita que se levantó en torno al siglo XII, consagrándose a partir de unas reliquias de las santas. El interior apenas sí cuenta con elementos: es austero, oscuro y húmedo, con una única lámpara iluminando el reducido espacio. Da la sensación de haber permanecido así durante centurias, sin un mínimo cambio.

El Cantábrico choca contra la ermita

La imagen y el sonido del mar chocando contra la ermita es increíble. Uno no puede por menos que preguntarse cómo ha sido posible que haya sobrevivido a la acción del Cantábrico.

Pero así ha sido, llegando a ser en muchos momentos un importante foco de peregrinación en ese camino del norte que llevaba y sigue llevando a muchos peregrinos hasta Santiago de Compostela.

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Los alrededores de la ermita de Santa Justa

La zona está repleta de rincones con los que completar la escapada. Sin ir más lejos, sobre el acantilado en el que se resguarda la ermita se encuentran las ruinas de la torre de San Telmo, una antigua atalaya medieval del siglo XIV. Las vistas que se obtienen del mar desde la ventana de esta atalaya hacen que parezca un cuadro.

Santillana del Mar puede establecerse como centro desde el que partir hacia la ermita de Santa Justa porque se encuentra a diez minutos en coche. Santillana está considerada uno de los pueblos más bonitos de España. Destaca la colegiata de Santa Juliana, el más importante exponente de arte románico en Cantabria.

Para terminar se puede realizar una excursión a las cuevas de Altamira. Aquí descansan las pinturas prehistóricas más famosas de la geografía española, incluso del mundo. No es en vano: tienen 14.000 años y son un ejemplo único de arte y cultura antiquísima.



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