Liérganes, La Cavada y el Museo de la Real Fábrica de Artillería
Los altos hornos de Liérganes y La Cavada se convirtieron en la primera industria armamentística del país. Actualmente, el Museo de la Real Fábrica de Artillería, mantiene vivo este legado.
Liérganes y La Cavada son dos pueblos cántabros situados en un enclave excepcional. Visitarlos nos dará idea de la belleza de los Valles Pasiegos, un hermoso entorno natural con el río Miera como protagonista, pero también con un rico patrimonio histórico y cultural, además de disfrutar de pueblos bien cuidados y cuyos núcleos poblacionales nos dan cuenta de épocas pasadas de gran esplendor.
Y es que aquí, en este entorno y durante dos siglos, no se olvida la actividad de la primera siderurgia de la Península de la que fue testigo. Los altos hornos, situados en estas poblaciones se convirtieron en la primera industria armamentística del país que, entre 1622 y 1835, produjeron elementos de artillería y munición de hierro destinados a defender el Imperio español y a garantizar la supremacía naval.
Historia de la Fábrica de Artillería
A principios del siglo XVII, la escasa artillería de que disponían los ejércitos reales hizo que la Junta de Fábricas de Navíos elevara a Felipe III una consulta por la que se decidió hacer venir de Flandes a fundidores de hierro para establecerse en Vizcaya o Guipúzcoa. Sin embargo, las dificultades burocráticas de la época hicieron que se frustrara esta operación.
Más tarde, Jean Curtius, hombre de gran prestigio entre los industriales, fue autorizado para buscar territorios en el norte y encontrar un lugar adecuado donde poder llevar a cabo la fundición e instalación de una siderurgia y fábrica de artillería. Se decidió por la localidad de Liérganes, ya que el río Miera, mucho más caudaloso que en la actualidad, proporcionaba la posibilidad de obtener energía suficiente para las labores que se requerían.
Este fue el comienzo de una gran industria que fue capaz de proporcionar cañones suficientes a la Corona y riqueza a muchas familias. También La Cavada se llenó de fundidores llegados de Flandes, los cuales dejaron un importante rastro cultural y arquitectónico. De hecho, el desarrollo de la población se produjo a partir de 1622 con la creación de la Real Fábrica de Artillaría de La Cavada. Llegaron a funcionar cuatro altos hornos que producían armamento y munición de gran calidad. El declive de las instalaciones comenzó a finales del siglo XVIII, cerrando definitivamente en 1835.
El Museo de la Real Fábrica de la Artillería
El Museo de la Real Fábrica de la Artillería de La Cavada nos muestra este pasaje tan importante como desconocido de la historia de España. Este Museo está creado por una Asociación sin ánimo de lucro que pretende dar a conocer la historia de La Cavada y la importancia que tuvo a nivel mundial. Además de la parte histórica, tienen una gran colección de maquetas navales, escudos, materias primas y una gran reproducción a tamaño real de la segunda batería del navío San Juan Nepomuceno y de la Santísima Trinidad, para sentirse como si nos encontráramos dentro de ellas.
Dentro de la difusión que realiza la Asociación de Amigos del Museo, se encuentra la celebración del “Día de la Real Fábrica” cada segundo sábado de agosto. Considerada fiesta de Interés Turístico Regional, se realiza una recreación histórica de la recepción y toma de posesión como Director de la Fábrica de La Cavada del Brigadier D. Fernando Casado de Torres, el más prestigioso ingeniero y militar de la ilustración española. Se trata de un desfile cívico y militar que finaliza con el disparo de la salva de honor a cargo del cañón de 48 libras, fundido en una sola pieza, que es el mayor del mundo. Lo podemos encontrar en el Parque de Carlos III de la localidad, en cuya entrada nos topamos con el Arco de Carlos III en perfecto estado de conservación. Esta construcción era la entrada al recinto de la Real Fábrica de Artillería. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1985.
Por su parte, en Liérganes, uno de los pueblos más bonitos de España, encontraremos la Plaza de los Cañones, donde encontramos la casa de los Cañones una construcción de piedra de sillería y balcones de hierro forjado que el secretario de la Inquisición mandó construir a principios del siglo XVIII. Las piezas de artillería que se observan en sus esquinas son un homenaje a la fábrica que catapultó la economía local. De toda su fascinante arquitectura ya dimos cuenta tiempo atrás, pero una visita a la iglesia de San Pantaleón nos dará una panorámica extraordinaria de la población. En cualquier caso, no podemos desaprovechar la estancia por esta zona para disfrutar de todo el encanto que nos ofrece su entorno natural.