La histórica villa de Alcuéscar, en tierras de Cáceres
Lugar de encuentro de varias culturas a lo largo de los siglos, la herencia árabe es la que más ha perdurado en el encantador pueblo extremeño de Alcuéscar, aunque su mayor tesoro es una iglesia visigoda.
Situado entre las sierras del Centinela y de la Lombriz, en la provincia de Cáceres pero muy cerca de la provincia de Badajoz, se halla el municipio de Alcuéscar. De origen árabe, el pueblo fue fundado en el año 830. Tras ser reconquistada por los cristianos, finalmente fue repoblada por musulmanes, que fueron los encargados de darle su actual nombre.
La villa está ubicada en el mismo centro de Extremadura, a sólo 11 kilómetros de Montánchez y a unos 40 kilómetros de la ciudad de Cáceres. Otros pueblos limítrofes son los de Casas de Don Antonio, Albalá del Caudillo y Arroyomolinos de Montánchez. Su clima es tirando a seco, con unas precipitaciones medias de 667 mm al año. La temperatura media en invierno es de alrededor de siete grados centígrados, mientras que en verano se sitúa en 26 grados, siendo la media anual de 16 grados.
Los motivos para dejarse caer por este pueblo cacereño son muchos y variados. Desde su bello entorno natural al hecho de estar situado en la Vía de la Plata, en una de las etapas del Camino de Santiago. También por contar con varios yacimientos arqueológicos de origen romano y visigodo, o por acoger la impresionante Iglesia de Santa Lucía del Trampal, del siglo VII.
Qué ver en Alcuéscar
Indudablemente la primera y obligada visita en Alcuéscar es la del templo visigodo de Santa Lucía del Trampal, una joya medieval situada en plena naturaleza que podremos conocer a fondo gracias a que cuenta con un estupendo centro de interpretación. Mucho más antiguos son los yacimientos de la zona, como el de Las Torrecillas o los de las cercanas localidades de Aldea del Cano y Casas de Don Antonio.
De vuelta al pueblo, llaman la atención algunas señoriales casonas, que fueron construidas por adineradas familias relacionadas con la agricultura local. Nuestros pasos se encaminan a la Iglesia Parroquial de La Asunción, que posee una gran nave de cinco tramos. Sus bóvedas con lunetas son del siglo XVIII, y se encuentran sobre arcos apuntados del siglo XV. En su interior llaman la atención la Capilla Mayor del año 1550, la Capilla del Sagrario y la Capilla Bautismal.
Podemos completar nuestra visita monumental y cultural a Alcuéscar conociendo las ermitas de Nuestra Señora de Fátima y de San Isidro y la capilla del Cruce de las Herrerías.
Qué hacer en Alcuéscar
Para conocer una parte muy particular de Alcuéscar, deja que tus vecinos te hablen de leyendas como la de los Aullones o las relacionadas con la Ánimas Benditas del Purgatorio. Son tradiciones muy entroncadas con el folclore extremeño.
Como lo son también las fiestas de esta villa cacereña, que marcan momentos muy especiales para visitarla. Por ejemplo, el Día de la Romería o de La Jira, que tiene lugar el Lunes de Pascua; la celebración de la Cruz de Mayo, que se celebra a principios de este primaveral mes; las Fiestas del Emigrante, que se festejan a mediados de agosto, o la festividad de la Virgen de Rosario, patrona de la población, que tiene lugar a primeros del mes de octubre.
Y no hay que dejar Alcuéscar sin haber conocido su entorno natural, donde se pueden realizar agradables rutas de senderismo, como la Ruta de los Alcornoques, que discurre por los bellos parajes de la falda de la Sierra del Centinela, donde encontraremos grandes dehesas de alcornoques. En este recorrido de 15 kilómetros, y de dificultad media-baja, se halla la histórica Basílica hispano-visigoda de Santa María del Trampal.