El valle de Tobalina, cuna de Castilla, en Burgos
De unas particulares características históricas y naturales, así como paisajísticas, es el valle de Tobalina. Un lugar para perderse entre sus pueblos o naturaleza.
El valle de Tobalina se encuentra en la zona norte de Burgos, en la comarca de Las Merindades. Dentro del mismo hay 34 poblaciones, como Herrán, Montejo de San Miguel, La Orden, Quintana Martín Galíndez o Lomana.
Destaca por tener un gran carácter histórico y natural, distintos a los de sus territorios limítrofes. Es curioso cómo, precisamente aquí, entre los Montes Obarenes y las sierras de Arcena y La Tesla se empezó a acuñar el término de Castilla, la “Castella Vetula” de las primeras crónicas medievales.
Historia del valle de Tobalina
El valle de Tobalina ha formado parte de la formación y defensa de Castilla, tal y como se recoge en documentos históricos, además de ser un lugar clave en la historia de Las Merindades desde siglos atrás. De hecho, hay cuevas prehistóricas ubicadas en el desfiladero del río Purón, aunque sin demasiadas evidencias arqueológicas significativas. De su romanización, queda el camino romano que partía de la vía 27, en Briviesca, hacía Frías, y seguía por Herrán.
La desaparición del Imperio Romano supuso una pequeña crisis de organización en la comarca, aunque la vuelta a la articulación de la sociedad en los tiempos de los visigodos y el comienzo de la Alta Edad Media, podría calificarse como el nacimiento de Castilla. Sus tierras nunca fueron ocupadas por los árabes, por su situación geográfica, pero se fueron repoblando poco a poco con gente de procedencia muy heterogénea, a la vez que se construían numerosos monasterios.
En el siglo XVI se experimenta un profundo declive en el valle, tanto social como demográfico; esto último debido a la peste que lo asoló. Ya en el silo XVIII, Tobalina adquirió su independencia jurídica y, en el siglo XIX, se vio envuelto en la Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistas y la Guerra Civil. Su despoblación durante los años 60 y 70 son un nuevo hito en la decadencia del valle, con el consiguiente abandono de pueblos como Plágaro, Imaña o Villanueva del Grillo.
Qué ver en el valle de Torbalina
El valle de Tobalina es fruto del remanso del río Ebro tras cruzar el desfiladero de la Horadada. Precisamente en esta zona, durante siglos se ha vivido de la vid, entre otras actividades, por lo que se pueden visitar antiguas bodegas en las que se elaboraba el chacolí, un vino ligeramente ácido. Uno de los principales atractivos es el Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil, de gran interés geológico, geomorfológico y reserva de la biodiversidad. Otro punto está en el río Jerea, a su paso por Pedrosa, que forma la cascada del Peñón, totalmente espectacular. De las riquezas naturales, destaca también el desfiladero de Sobrón, escavado lentamente por el río Ebro entre las Sierras de Aracena y Pancorbo, y del que la mano del hombre ha aprovechado para hacer un embalse.
Este valle alberga una localidad muy importante. Hablamos de Herrán, que todavía conserva su estructura medieval y arquitectura popular, torres y casonas de los siglos XVII y XVIII, así como algunos lugares próximos como la ermita de San Roque y San Felices, el Pópilo o la calzada romana vía Erelma. Las casonas antes nombradas, construidas con piedra y recercados de sillería, y las torres, son propias de la arquitectura señorial de los pueblos del valle.
Otro de los encantos de este valle son sus yacimientos y necrópolis altomedievales. Herrán cuenta, en su entorno, con algunos. También hay en la Peña del Mazo, en Pajares, con unos 100 enterramientos y trabajos rupestres, o Quintana María, con 40 tumbas y una ermita semirrupestre. Como curiosidad, en Montejo de Cebas, hay tumbas excavadas en la roca, y próximo a santa María de Garoña se encuentra una necrópolis familiar con 4 tumbas.
