Las juderías más bonitas del centro de España
En España hubo una gran cantidad de asentamientos judíos, la mayoría de ellos muy importantes. De hecho, en el centro del país todavía se conservan algunos de los barrios que habitaron estas comunidades como el de Ávila, Plasencia, Tarazona y Cáceres.
Arcos, plazas y edificios que todavía se conservan hoy en día forman parte del legado judío de nuestro país. Siglos de historia que han quedado para siempre escritos y que son testimonio vivo de la convivencia entre las tres culturas que en la Edad Media habitaban la península: sefardí, cristiana y musulmana.
La cultura judía dejó una gran huella de su presencia a través de sus barrios característicos y estilo de vida. Hoy aún conservamos su legado en la gastronomía, entre las palabras del castellano antiguo, sus calles estrechas… Descubre en algunas de las ciudades del centro de España esta herencia que nos pertenece y que debemos seguir conservando.
La judería de Ávila
Cuenta una leyenda que en el siglo IV un judío, tras ser mordido por una serpiente venenosa, prometió a Dios convertirse al cristianismo si conseguía curarse. Cuando se recuperó, no solo se cristianizó sino que construyó el templo primitivo que hoy en día es la iglesia de San Vicente, uno de los lugares más conocidos en Ávila. Es uno de los pocos testimonios judíos que quedan en pie en la ciudad, aunque todavía se puede caminar por calles como la de Reyes Católicos, en la que estaban ubicados la mayoría de sus comercios, e incluso visitar la sinagoga de Belfarad.
Como en otras ciudades castellanas, en Ávila también convivieron judíos, musulmanes y cristianos, y cada una de estas culturas dejó un legado diferente. Además de la iglesia de San Vicente, hay otra iglesia, la de San Pedro, que es otro de los lugares de referencia pues en ella se celebró el juicio a los judíos involucrados en el caso del Santo Niño de la Guardia, un hecho que muestra el comienzo de la mala relación entre judíos y cristianos a finales del siglo XV y que sobrecogió a toda la España de la época. Uno de los últimos descubrimientos relacionados con esta cultura y que ha visto incrementado su legado ha sido la constatación arqueológica del cementerio judío.
La judería de Plasencia
Alfonso VIII de Castilla fundó la ciudad de Plasencia en 1186 con fines básicamente políticos y militares, y la dota de un Fuero en el que ya se hace referencia a los judíos. Este es el primer documento en el que consta su presencia en esta zona. El siglo XIII fue una época de esplendor para la judería placentina en la que los reyes de Castilla eran tolerantes con ellos; sin embargo, desde finales de este siglo su situación empezó a empeorar y a mitad del XV fueron expulsados de una de las zonas en las que habitaban habitualmente, teniéndose que asentar en otro lugar más apartado.
Los rasgos de las antiguas juderías todavía son visibles, aunque otros hayan desaparecido, como las dos sinagogas que hubo. Entre las calles Trujillo y Zapatería estaba la judería nueva y allí han querido recordar a las familias que vivían colocando unas placas en el suelo en las que puede leerse sus nombres de sus habitantes. Otro de los legados más importantes en Plasencia es el cementerio, situado en El Berrocal, en el que es posible ver las tumbas antropomórficas excavadas en la roca. Y para finalizar con buen sabor de boca, qué mejor que la visita al restaurante Casa Juan, en el que puede degustarse una típica y deliciosa cocina sefardí.
La judería de Tarazona
El barrio judío de Tarazona tuvo su época dorada también en el siglo XIII y abarcaba las calles de Judería, Rúa Alta, Rúa Baja y Aires. Tenía diversos accesos y se han encontrado documentos del año 1450 en el que se cita la ‘judería nueva’ y que constaba de una prolongación a través de la cuesta de los Arcedianos hacia la Plaza de Santa María. Desde la época visigoda ya se contempla la presencia judía en Tarazona y, aunque puede que estuvieran incluso antes, no es hasta 1123 cuando el obispo les concedió algunos derechos.
La antigua sinagoga, la Casa de la Carnicería y el cementerio son algunos de los referentes del legado sefardí en Tarazona, que se encuentran repartidos en la vieja y nueva juderías. Debido a su complicado acceso por el relieve característico de la zona, se ha mantenido bastante aislada y, en consecuencia, en buen estado. Uno de los puntos más atractivos de la judería vieja son las casas colgadas, construidas en la misma muralla y que fueron habitadas probablemente por linajes de la baja nobleza.
La judería de Cáceres
El barrio judío de Cáceres se encuentra dentro de las murallas del centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad. La presencia de judíos en la ciudad se remonta al siglo XIII, cuando todavía estaba bajo la dominación musulmana. El asentamiento de la primera judería estaba en lo que hoy en día es el barrio de San Antón y allí se encontraba también la antigua sinagoga, reconvertida en la actual ermita de San Antonio.
Cinco siglos después, en Cáceres todavía se siente la presencia sefardí a través, especialmente, de lo que hoy se conoce como la judería vieja. El lugar transmite la modestia de casas pequeñas encaladas en contraposición a los palacios que hay también dentro de las murallas. El barrio conserva el Arco del Cristo, por el que debieron salir y entrar los judíos cada día durante siglos; o el Huerto de la Judería, una antigua casa habitada por una familia judía. Se conserva también la judería nueva, un asentamiento que estuvo habitado por la comunidad únicamente durante 14 años, que conserva el Palacio de la Isla o el Arco de la Estrella, en la Plaza Mayor.