El Castillo de La Atalaya, en Villena, Alicante
El castillo de La Atalaya, más conocido como el castillo de Villena está declarado Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Es la construcción más significativa de la ciudad alicantina y tiene sus motivos, te lo contamos.
Aunque habitualmente se relaciona a la provincia de Alicante con turismo de sol y playa, no hay que dejar de lado todas las ofertas culturales que propone. Entre sus monumentos históricos destaca la cantidad de castillos y fortalezas. Algunos son antiguas ruinas frente al mar que servían para defender la costa de piratas u otro tipo de invasores y otros preservaban las ricas tierras del interior. Una de sus joyas es esta, el castillo de Villena.
Una de las mayores curiosidades que custodia entre sus muros es su tesoro, de gran importancia histórica. Cerca de 10 kilos de oro, plata, hierro y bronce repartidos entre 59 objetos que fueron uno de los descubrimientos más destacados de la Edad de Bronce. Se trata del tesoro de vajilla áurea más importante de España y el segundo de Europa.
Historia del castillo de La Atalaya
Los árabes quisieron controlar los campos de Villena desde el Cerro de San Cristóbal y, con esa finalidad, construyeron el castillo de La Atalaya. Se dice que es probable que se alzara sobre algunas ruinas romanas pero, a día de hoy, no se han encontrado pruebas que lo demuestren.
La primera referencia documental que se tiene del castillo de La Atalaya data de 1172. En el año 1240 pasó a manos cristianas y Don Alfonso, Infante de Castilla, fundó el Señorío de Villena para su hermano. Años más tarde fue el célebre escritor de ‘El Conde Lucanor’, el Infante Don Juan Manuel, quien lo habitó mientras llevaba una vida contemplativa dedicada a la literatura y la caza.
La fortaleza jugó un papel importante en la insurrección de la burguesía en los reinos de Mallorca y Valencia, conocida como las Revueltas de las Germanías, llevadas a cabo entre 1519 y 1523. También En la Guerra de la Independencia española, un siglo más tarde. Sin embargo, tras esta última campaña se vio abandonado totalmente hasta que, en 1958, empezaron las obras de restauración. Desde los últimos años de la década de los 60, el castillo ha formado parte de la fiesta de moros y cristianos de Villena y, en los años 90, se rehabilitó todo su entorno y se le dio esa característica luz nocturna.
Arquitectura del castillo de Villena
La fortaleza es de planta rectangular y su recinto cuenta con una doble muralla. Conserva características de las diferentes épocas y manos por las que ha pasado, así muestra una clara combinación cultural musulmana y cristiana. La muralla exterior se ve salvaguardada por 12 torres y la interior por cubos circulares, además de una gran Torre del Homenaje de cuatro pisos. Como curiosidad cabe destacar que los dos primeros pisos son de época musulmana y los dos siguientes, de la cristiana. Aunque en la antigüedad había tres puertas de acceso a la fortaleza, actualmente solo queda una por la que entrar. Una vez las cruzas parece que te transportes al pasado y puedas imaginar todo lo que allí ocurría en su época de esplendor.
El patio de armas, de planta poligonal, se ve guardado por las torres cúbicas, además de por la del homenaje, que es la estructura que domina el conjunto. La torre del homenaje del castillo de La Atalaya tiene una base de 7 por 7 metros y está protegida por un muro de casi cuatro metros de ancho. No cuenta con ningún tipo de luz natural, salvo la que entra por la puerta de acceso. Su techo está conformado por una bóveda nervada de origen almohade del siglo XII, de gran belleza, aunque se trate de una reconstrucción.
De su origen árabe queda al final de la escalera, una mano de Fátima reproducida, pues su original se conserva en el Museo Arqueológico de Villena, que simboliza la protección en el mundo árabe. De estas manos de Fátima solo se conservan tres originales de la antigüedad, una está en la Alhambra, otra en Toledo y la tercera es esta de la que hablamos. La segunda planta sigue la estética de la primera; la tercera y la cuarta se añadieron en el siglo XV y, al contrario que las anteriores, sí que cuentan con ventanas desde las que poder contemplar unas magníficas vistas.
