Forna, un pequeño rincón idílico en Alicante
Pocos pueblos conservan la tranquilidad de Forna, una antigua villa coronada por un castillo que, desde 1911, comparte ayuntamiento con su vecina Adsubia.
Forna es un pequeño núcleo con mucho encanto en la comarca de la Marina Alta, en Alicante, a poco más de 8 kilómetros de Pego. Se trata de una población con menos de 100 habitantes, pero que sorprende a todos sus visitantes por la buena conservación de sus casas, así como por las coloridas calles, repletas de flores.
Destaca la paz que se respira en este lugar, donde conviven vecinos de toda la vida con otras personas que han decidido comprarse una casa e instalarse allí. Desde el año 1911, Forna forma un único conjunto con Adsubia, una población cercana cuyos núcleos eran diferentes en el siglo XX.
El castillo de Forna
El emblema de Forna es su castillo, desde el que se puede apreciar todo el pueblo. Es un edificio de planta cuadrangular, con torres en las esquinas y un patio central. Fue construido con la técnica islámica del tapial, sobre mampostería y aberturas remarcadas en ladrillo.
Sirvió como residencia feudal y como fortificación, es decir, como palacio y castillo, prueba de ello son las dependencias que conserva, que poseen un carácter más palaciego que defensivo. La entrada que da paso al patio es una gran puerta de madera bajo un arco de medio punto, a la que se llega tras subir unos escalones escavados en la roca. El patio tiene un aljibe y, a su vez, da acceso a las diferentes dependencias como cocina, comedor, un gran salón o incluso las cuadras.
En su origen, Forna fue una alquería islámica y su castillo perteneció a A-Azraq. Su nombre se podría traducir como ‘el de los ojos azules’, ya que poseía, según cuentan las leyendas, unos impresionantes ojos de este color. Tras el ‘Pacto del Pouet’, el rey Jaime I incorporó a su corona este pueblo. A lo largo de los siglos, el castillo ha ido pasando de mano en mano y, hoy en día, es de propiedad municipal.
Forna y Adsubia
El conjunto histórico de Forna y Adsubia es de gran interés, pues conserva en la actualidad un importante legado tanto de la Edad de Bronce como de las civilizaciones ibero-romanas que la poblaron. También han sabido mantener la belleza de la alquería morisca que fue, así como su patrimonio arquitectónico y cultural.
Para conocer ambos núcleos, lo mejor es pasear por sus calles e ir descubriendo cada rincón, trasladándose en el tiempo, y viendo las fuentes moriscas, la iglesia de San Vicente Ferrer o el mencionado castillo. Además, para los amantes de la naturaleza, más allá de los centros históricos, la zona es muy recomendable para hacer rutas de senderismo u otras actividades deportivas. De hecho, Adsubia-Forna es un referente en la Guía de Senderismo del Centro Excursionista de Pego, que cuenta con interesantes itinerarios que recorren estas tres localidades, además de Tormos y Ebo.
Ambos núcleos están rodeados de naranjos y limoneros, pues su actividad económica principal es la agricultura. Forman un agradable paisaje las tonalidades de los campos y las de los pueblos, con casas de colores cálidos y muchas flores. Por su calles se respira calma, no circulan vehículos y apenas se escucha ruido alguno, salvo el piar de los pájaros o el susurro del agua al caer por los caños de las fuentes. Un auténtico lujo si lo que se pretende es desconectar de la rutina diaria y tomarse un respiro.
