El castillo de Forna: historia, curiosidades y restauración
Aunque este castillo está cerrado temporalmente por reformas, conserva una gran belleza propia del gótico civil valenciano. Además, desde este punto, se pueden contemplar unas vistas espectaculares a los cuatro costados.
El castillo de Forna se encuentra en la localidad de la Adsubia-Forna, próxima a Pego, en la provincia de Alicante. Está considerado como un referente de la arquitectura gótica civil y palaciega en la Comunitat Valenciana. Actualmente se encuentra cerrado temporalmente por reformas, ya que se espera que recupere todo su esplendor dentro de unos años.
Se trata de un edificio de planta cuadrangular, con un patio central y torres en las esquinas. En su interior cuenta con un zaguán abovedado, al que se accede por un arco de medio punto, y que da paso a un patio con un aljibe. Sus dependencias tienen un aspecto más palaciego que defensivo, debido a la ocupación que le dio la familia Cruïlles.
El palacio-fortaleza de Forna
El castillo de Forna se sitúa sobre una colina conocida como la Muntanya de les Campanetes (montaña de las campanitas) y tiene, muy probablemente, un origen andalusí. Fue ampliado en los siglos XIV y XV y reconvertido a palacio de los Cruïlles, los señores de la baronía de Forna.
El monumento está declarado como Bien de Interés Cultural y, entre los elementos que se destacan para ello, están las torres, de independencia arquitectónica y espacial, así como sus tapiales y encofrados, caballerizas, almacenes, bodega, cárcel o aljibes. También tiene una sala que fue capilla, notable por contar con una falsa bóveda de crucería con poderosas nervaduras.
Como curiosidad, se pueden ver unos excepcionales grafitis de navíos con velas triangulares y remos, así como de escenas de guerra, un guerrero y un pavo coronado. Se cree que pudieron hacerlos las personas encargadas de su construcción, no obstante, será objeto de estudio en un futuro no muy lejano.
Historia y recuperación del castillo de Forna
En el año 1322, el rey Jaume II entregó a su hijo Pere, conde de Ribagorza, un conjunto de tierras y feudos entre los que se encontraba Forna. A partir de entonces, va pasando de mano en mano hasta que en el año 1435, Pere Posadares vende la señoría de Forna a Bertomeu de Cruïlles. Siendo propiedad de este linaje, cuyo vínculo con Forna perduraría hasta el siglo XVI, el castillo de Forna se edificó como casa solariega.
Hasta el 2019, el castillo acogió una rica actividad cultural pues se hacían conciertos en el patio y se recibían numerosos turistas en las visitas guiadas que se ofrecían. En julio de ese año, el castillo de Forna cerró sus puertas al público a causa de un proyecto para su consolidación y restauración. La previsión es que se vaya recuperando por fases y que finalicen las obras en el año 2026. Aunque el plan de rehabilitación ya estaba redactado, en 2022 se tuvo que adaptar a los requisitos de sostenibilidad que exige la Unión Europea, en relación al tratamiento de residuos y eficiencia energética.
Entre las mejoras que se quieren hacer está mejorar la accesibilidad al castillo y, además, uno de los más firmes propósitos es el de investigar su origen y evolución, pues una de las torres más antiguas podría ser del siglo XII. Una vez acaba la restauración, también se quiere recuperar esa función que cumplía como recurso turístico y cultural del interior de la comarca de la Marina Alta.