Herbón, cuando los pimientos de Padrón tienen nombre y apellido
Silvia Gonzalez Fernandez 11 Noviembre, 2020
Resistirse a un plato de pimientos de Padrón si te lo ponen delante, es casi tan improbable como encontrar a un solo gallego al que estos pequeños verdes no le encanten, prácticamente misión imposible. Vamos a centrarnos en el lugar donde encontramos los auténticos pimientos –aquellos que están amparados por una Denominación de Origen Protegida–, en su historia y en un curioso dato, por qué ‘unos pican y otros no’.
Si mis pimientos favoritos tuvieran atributos humanos, tened por seguro que serían chaparros y con acento gallego. También serían los más animados en cualquier tapeo y poseerían la facultad de sorprender, ya que unas veces resultarían dulces y tímidos y otras descaradamente picantes.
Seguro que ya habéis adivinado que nuestro viaje de hoy se centra en Galicia, más concretamente en la provincia de A Coruña y siendo exactos diremos que vamos a visitar la parroquia de Herbón (subdivisión municipal típica de Galicia) en el término municipal de Padrón.
Una vez situados repasemos un poquito de historia, para ello debemos traspasar los muros del convento Franciscano de San Antonio de Herbón y así lograremos entender el origen de estos deliciosos pimientos, que fueron traídos –probablemente en el S.XVII- a su regreso de América por misioneros habitantes de este convento. Dichos misioneros volvían del estado mexicano de Tabasco, sobra remarcar la importancia de este dato para la posterior explicación del porqué de su ‘picoso’ carácter.
D.O.P. Pemento de Herbón
Tal es la importancia de las semillas traídas por estos monjes, que siglos después este convento da nombre a la zona de producción amparada por la D.O.P. "Pemento de Herbón”, estando constituida por los siguientes municipios: Padrón, Dodro y Rois, pertenecientes a la comarca de O Sar.
Por lo que cuando nos topamos con pimientos cuya etiqueta certifica su origen y este es Herbón, debemos saber que vamos a gozar casi tanto como si estuviéramos degustándolos en cualquiera de los restaurantes del casco viejo de Padrón justo después de haber visitado la Casa-Museo de Rosalía De Castro o el Jardín Botánico. Una gozada, vamos.
Para dar con el motivo de su caracteristico picor (gustoso para unos, tortura para otros), hay una explicación bien sencilla: estos pimientos, como la mayoría de chiles, generan una serie de sustancias que crean este picor. Y por qué lo hacen, seguramente os estéis preguntando, pues un motivo tan lógico como es el usarlo a modo de defensa y no ser comidos por ningún animal. Una cosa está clara, con los humanos a la naturaleza le fallaron los cálculos…
Fríe pimientos de Padrón (o de Herbón) como si fueras gallego
Lo primero que debes saber si vives fuera de Galicia, has comprado pimientos de Padrón (o ‘Pementos de Herbón) y pretendes cocinarlos en casa como si te apellidaras Loureiro y hubieses nacido en el mismísimo corazón de Santiago de Compostela, es que en Padrón los fríen sin rabo, es decir, retiran el pedúnculo antes de deslizarlos en el aceite (siempre de oliva y no demasiado caliente, para que no se desprenda la piel), ya que aseguran que añade un sabor herbáceo que no favorece para nada al manjar que nos traemos entre manos.
Retira enseguida, en cuanto estén dorados, vigila que no se quemen y remata con sal gruesa, es el sabroso punto que marca la diferencia. Y ya solo queda disfrutar. También debes saber que en la comarca no solo vas a encontrar los pimientos en su forma más tradicional, es decir fritos, en ocasiones también van incluidos en empanadas, confituras, licores o incluso bombones. Todo un curioso reto ideal para paladares inquietos.
Aunque si realmente quieres gozar, te aconsejo que vayas planeando una escapada a Padrón, su importancia histórica, literaria y gastronómica, unidas a sus característicos paisajes, lo hacen un lugar ideal para descansar y sobre todo relajarse mientras disfrutas de la vida a muy bajitas revoluciones.
