Fisterra, el pueblo gallego del fin de la tierra
Allí donde parece terminar la Tierra, y sólo se contempla el infinito mar, se halla el bello pueblo gallego de Fisterra, un destino de lo más mágico y especial.
El municipio coruñés de Finisterre, en gallego y oficialmente Fisterra, posee un curioso, salvaje y bello término municipal situado sobre una península que se adentra en el Océano Atlántico, originando el Cabo de Fisterra. Literalmente se encuentra en una esquina de la Península Ibérica, y no es de extrañar que los romanos lo considerarán el final de la Tierra. Hasta el mismo Julio César viajó hasta este encantador lugar para comprobar si aquí se acababa el mundo.
Tan indómitos como sus parajes naturales son sus playas, la mayoría de mar abierto y con un fuerte oleaje, siendo ideales para la práctica del surf, aunque hay otras más abrigadas, cuyas aguas son tranquilas y muy cristalinas.
Y es este salvaje y agreste paisaje el que envuelve las parroquias de Fisterra, Duyo, San Vicente de Duyo y Sardiñeiro. Se trata de un destino muy popular entre los peregrinos que tras pasar por Santiago tiene como destino final el mar, pero también recibe viajeros de todo el mundo. Todos ellos serán obsequiados con sus fantásticos paisajes y playas, con históricos monumentos o con su excelente cocina marinera, y siempre encontrarán una buena oferta de alojamiento en Fisterra.
Qué ver en Fisterra
Comenzamos el recorrido por esta localidad coruñesa visitando el Faro de Fisterra, el más famoso y visitado de la gallega Costa Morte. De hecho es el lugar que más visitas recibe en Galicia por detrás de la Catedral de Santiago. Y es que se encuentra en un emplazamiento realmente espectacular, en el Cabo de Fisterra. El actual edificio es del año 1868, y su misión es guiar con su luz a los barcos que navegan por estas peligrosas aguas.
Otras visitas imprescindibles son las del Castillo de San Carlos, una fortificación defensiva del siglo XVIII que actualmente acoge el Museo de la Pesca, y la de la Iglesia de Nuestra Señora de las Arenas, de finales del siglo XII y declarada Monumento Histórico-Artístico. En su interior se encuentra la imagen del Santo Cristo de Finisterre, "O Cristo da Barba Dourada", ante el cual era tradición antaño que los peregrinos se postrasen tras haber visitado la tumba del Apóstol en Santiago de Compostela. Después quemaban sus ropas, se bañaban en el mar, cogían la concha de vieira y regresaban a su lugar de origen.
La visita a Fisterra también debe incluir lugares como la Capilla del Buen Suceso, del siglo XVIII; el Monumento al Emigrante, el Cementerio del Fin de la Tierra o la Lonja Turística, que es el mercado donde se subasta el pescado y el marisco recién capturado, y que luego se puede degustar en alguno de los restaurantes del municipio.
Qué hacer en Fisterra
Ir a la playa es siempre un buen plan en Fisterra, pero en algunas de ellas habrá que extremar las precauciones, ya que el oleaje es salvaje. Entre las más tranquilas y con mayor cantidad de servicios se encuentra la Playa de Langosteira, que tiene casi tres kilómetros y suele contar con la Bandera Azul. Pero hay playas para todos los gustos. La del Talón es desde donde divisan los peregrinos el Cabo de Fisterra por primera vez; la Playa de Corveiro es la mejor para los aficionados al buceo; la Playa de la Ribeira está situada en el antiguo puerto natural del pueblo; la Playa de Mar de Fóra, una de las más bonitas de la Costa da Muerte; la peligrosa pero bella Playa de Arnela, la Playa de Sardiñeiro y la Playa de Rostro, la más grande de Fisterra y la más peligrosa.
Y lo mejor de todo es que casi todas estas playas resultan ideales para practicar una gran variedad de deportes náuticos, como el surf, la vela ligera, la natación, la pesca deportiva o el buceo. Aunque, si lo prefieres, también podrás simplemente pasear por ellas disfrutando de la vista de lugares tan especiales como la Isla do Centolo.
Y tras la playa, es un buen momento para disfrutar de la gastronomía local. En todos los restaurantes y tascas del pueblo podremos degustar los excelentes mariscos y pescados frescos de la zona, y las deliciosas recetas que con ellos se elaboran. Después de comer se puede hacer una ruta en barco por la ría y el Cabo de Fisterra, y al caer la tarde no hay que dejar de acudir al faro para ver atardecer. Todas será experiencias inolvidables.